Soy guapo a secas. Lo dijo y lo piensa. Y además es verdad. Ye guapo. Pero, ¿basta con eso para ser presidente del Gobierno de un país? Él debía de creer que sí. Con eso y con un discurso efectista, aparentemente grandilocuente, pero tremendamente hueco, además de inconsistente. Erigirse en alternativa nacional con 85 diputados era casi un chiste. Blandir una altura de miras resumida a “no es no”, con la apostilla “qué parte del no no ha entendido”, lo dice todo. Pedro Sánchez ha pasado ya a la historia centenaria del PSOE y muchos acabarán por recordarlo como aquel hombre guapo que estuvo a punto de llevar a pique la nave socialista (y de paso la española). Pero él seguirá siempre fiel a lo que le dirán su mujer y su madre en casa: no lo hay más guapo que tú, cómo no vas a ser tú presidente. Y así se escribe la historia.
Decía una mujer cultivada estos días pasados en una de esas conversaciones de política que se tienen en el curro que Pedro Sánchez ha sido víctima de su belleza. Y quizás tenía razón. El chico se miraba y remiraba en el espejo y decía aquello de “espejito espejito” sin que el espejo le devolviese la imagen de un hombre sexagenario con barba, Mariano, o la de un colibrí treintañero con coleta, Pablo, o la de otro joven algo más chaparreto que él, Albert. “Tengo que ser yo”. “Tengo que ser yo”. Seguro. No paraba de repetírselo cuando se atildaba ante el espejo del baño, espoleado por las chicas de la familia. La explicación parece infantil, acaso corta. Pero puede tener mucho de realidad. Con qué argumentos si no podía este mocetón tenérselo tan creído, estar tan seguro de sí mismo, creerse la salvación de la patria. ¿Dio alguna clave inteligente para mejorar este país? ¿O jugó simplemente con esa inmadurez democrática que nos hace, en líneas generales, preferir un cuarentón inexperto a un sexagenario feo pero experto? Suárez, Felipe, ¿Aznar? (no Aznar guapo no)… En otros países con democracias centenarias no tienen reparos en poner al frente del Ejecutivo a personas ‘de edad’ que, evidentemente, saben algo más de las cosas. En España aún colea lo de los hombres guapos mirando al infinito en los carteles electorales con fondo azul. Ahí pensó Pedrito que tenía la partida ganada. Pero afortunadamente se equivocó. Igual es que ahora, pasados 40 años de la Transición, somos un poco más veteranos.
Decía ayer el alcalde de Vigo en televisión que Pedro le había adelantado su intención de acudir a las primarias del PSOE pese a todo el destrozo dejado en su corto reinado. No se rinde el chico guapo. Es que se mira al espejo y se dice: Pero bueno hombre, ¿cómo me puede pasar esto a mí con esta cara tan salada que tengo, con este metro noventa y este timbre de voz tan varonil? Pero quizá se le aparezcan un rosario de varones al otro lado del cristal y le digan: “Pero bueno hombre Pedro, ¿qué parte del ‘no’ no has entendido? Se murió de guapo. Y de hueco.
pd.-La imagen es de El Jueves tras aquella declaración de Sánchez en la que se definió como “guapo a secas”. Cómo no, le vinculan a nuestro Cristiano. Otro que tal baila.