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Adrián Ausín

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'Cantábrico'

La escena del cantadero de urogallos quizá sea la más valiosa, pues se corre el peligro de no poder volver a grabarla jamás. Pero hay mil más. La del cortejo del araño a la araña con ‘ramo de flores’ incluido. La del sapo que utiliza un truco para espantar a la serpiente de collar. La del engaño de la mariposa en estado larvario a las hormigas para que la cuiden mientras engorda. La de los salmones volviendo a casa para desovar y morir. Y, por supuesto, las de las manadas de lobos y las de los oseznos jugando. Si uno sale poco de Gijón, cuando vea ‘Cantábrico’ quedará absorto al contemplar la fauna que le rodea. Cierto es que sin franquear las cuatro paredes de la ciudad ya puede ver jabalís haciendo esprints por la avenida Schulz o, hasta hace bien poco, nutrias asesinas dándose banquetes en Isabel la Católica. En el documental de Joaquín Gutiérrez Acha podrá ver, sin embargo, a todas nuestras especies en su salsa y, además, a lo largo y ancho de las cuatro estaciones. En la nieve, con maravillosas imágenes aéreas de rebecos y venados; en la primavera, cuando todo florece; en el verano hiperactivo o en la otoñada, cuando los bosques están llenos de comida.

El preestreno de ‘Cantábrico’ es una fiesta. No se veía una sala de cine llena en Gijón, amén del FICX, desde ‘Ocho apellidos vascos’. De modo que reventar el teatro de la Laboral, casi 1.400 butacas, con un documental es la mayor obra de ‘ciencia-ficción’ que podamos contemplar. Los efectos especiales comienzan en la cafetería, ese rincón del monumental edificio de Luis Moya donde uno tiene la sensación de adentrarse en Rusia, con su diseño años cincuenta. Los dos camareros no dan abasto. Luego, en el patio, dos grandes colas anticipan el éxito. Y dentro, con el coliseo lleno, el ambiente es tan entusiasta como el día del conciertazo de Rodrigo Cuevas dos semanas atrás. Entonces el público se volcó con lo que Cuevas, el macho alfa del momento, autodenominó como ‘la primera revista asturiana’ al aunar, como profetizó El Presi, folclore, baile y humor. El pasado lunes, el ambiente era montañero, de un asturianismo en verde reivindicante. Gutiérrez Acha se confesó emocionado desde el escenario con los ojos iluminados por el gentío que tenía ante sí. Dos años y medio de excepcional trabajo de rodaje lo justificaban con creces. Sin embargo, lanzó una advertencia: «Cuando se estrene ‘Cantábrico’ el día 31 decid a vuestros amigos y familiares que no lo dejen para más adelante porque igual ya no está». Un documental corre el grave riesgo de durar una semana en la cartelera y es importante darle calor humano en los primeros días para que se prolongue. Es la mejor forma de apoyar nuestro entorno y, de paso, disfrutar imágenes que difícilmente veremos nunca por muy montañeros que seamos. ‘Cantábrico’ es también, avisó Acha, un diagnóstico de cómo está ahora mismo nuestra fauna. Su futuro quizá dependa demasiado de nosotros.

(Publicado en EL COMERCIO el viernes 24 de marzo de 2017)

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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