(Once días en Escocia 6)

El objetivo de caminar el martes por Glen Coe enseguida se trunca. Llueve a base de bien. Así que quizá sea lo mejor ir despacio en coche recreándote en los paisajes espectaculares de las Highlands mientras subes desde Oban hasta la famosa Isla de Skye por la costa oeste de Escocia. Será un día duro, de diluvio y elevada tensión al voltante, pero con recompensas. Las carreteras secundarias no tienen arcén y el carril, además, es estrecho. De modo que si quieres evitar empotrarte con los camiones que vienen enfrente debes ceñirte a tu lado y a poco que te escores rozas con el altillo, como de una acera, que delimita el vial en muchos tramos. Si a esto le sumamos ir por la izquierda y tener las marchas a la izquierda, el resultado es de un desgaste cerebral importante. 

Dicho esto, poco antes de Fort William, entras en Glen Coe, una espectacular zona montañosa llena de rutas. Los montes son pardos, amarillos, ocres; curiosamente hay poco verde. Se trata de un paisaje crudo de una gran belleza. Pero está cayendo la de Caín. Pese a ello, decides salir del coche y caminar diez minutos siquiera, con un pequeño paraguas, por una carreterina lateral. Resulta espectacular. Es, según la guía, el valle más famoso de Escocia y en él se produjo una matanza tremenda en 1692 por un conflicto entre clanes: los Campbell pasaron a cuchillo a traición a los MacDonald tras doce días siendo sus huéspedes. De ahí que su nombre signifique “valle del llanto”.

Con el diluvio encima toca seguir ruta. El paisaje hasta Skye es brutal, salpicado de lagos y montes a cada paso. Dos ciervos se atraviesan en la carretera a cierta distancia. Luego dos ovejas a apenas veinte metros. Pegas un frenazo y quedas en mitad de las dos. Ilesas. Antes hay una carretera cortada. Luego se hace de noche y hay más tráfico de la cuenta. Tras estas tensiones, emerge de repente una figura celestial en mitad de un lago. Es el castillo de Eilean Donan iluminado. Brutal. Está ya cerrado, pero puedes caminar por el puente que te lleva hasta su puerta. Dos días después, a la vuelta, lo visitarás por dentro y verás cómo sus dueños lo siguen utilizando para bodas, banquetes y reuniones familiares. 

Ya solo queda llegar hasta la Isla de Skye, a la que se accede por un inmenso puente, encontrar el bed & breakfast en Porree y tras una buena ducha caliente cenar maravillosamente en el Cuchuckim. Una sopa llena de mar y un ciervo guisado para quitar el hipo. Por supuesto, con cervaza negra. Como un escocés falderu. La gran suerte será que de once días, solo diluviará uno. Y ése ya lo has pasado.