El libro empieza fuerte: César debe ir a reconocer un cadáver aparecido en una playa de Arabia. Se trata de Paz, la mujer de la que se enamoró como un colegial hasta perderla, la madre de su hijo, la joven guapa, brusca e imprevisible que le ha destrozado la vida. Así comienza ‘Inmersión’, la trepidante novela del francés Christophe Ono-Dit-Biot, publicada en 2013, que logró los dos máximos galardones literarios de su país, donde ha vendido más de 200.000 ejemplares.
César es escritor y periodista, responsable de la sección cultural de una revista. Está soltero y ronda los 40. Paz es fotógrafa, tiene 23 años y vive, como él, en París, pero es nacida… ¡en Gijón! César le echa el ojo en un comercio y empieza a indagar hasta dar con ella. Enseguida inaugurará una exposición de fotografías de playas. Él acude, compra una y escribe una crítica en su revista. Así empieza la relación que durante treinta páginas de la novela llevará a ambos a Gijón y Asturias. Ella iba a acudir para ver a su familia y él simula tener el encargo de escribir un reportaje sobre la sidra. En la tierra de Pelayo es, digamos, donde la pareja disfruta de su luna de miel. De vuelta a París, viven juntos, tienen un hijo y la cosa se va poniendo difícil hasta lo imposible. No por él, que está entregado a la causa hasta las cachas, sino por ella, que, además de ir descorchando de forma progresiva un carácter imprevisible, se obsesiona de repente con los tiburones y acaba por pegarse el abierto.Esa es la trama. Pero, ¿cómo sale Gijón en esta exitosa novela? Al autóctono, sinceramente, le resulta un tanto chirriante. Tal parece un videoclip turístico, con la playa de San Lorenzo y sus casetas («tiendecitas de campaña multicolores»), la zona surfera de El Mongol («porque las terribles olas van a romper contra un recinto psiquiátrico»), la sidra («la mitad se pierde entre el serrín al escanciarla»), La Galana… Cuando la pareja pasea su fogoso amor por Asturias la cosa se nos va de las manos:una erótica bajada a la mina, playas de anuncio, una cabaña con hórreo en los Picos de Europa, un baño en el lago Enol… Solo faltan los violines en esta treintena de páginas donde Ono-Dit-Biot se adentra incluso en la piquilla local, atreviéndose a teorizar: «Oviedo, una condesa rica y católica. Puede provocar excitación. Puede. Gijón, sin embargo, es una hija del pueblo, una anarquista a la que las reglas le dan igual». Esa hija del pueblo es en realidad la gijonesa que le hará la vida imposible. Y que, a ojos del cilúrnigo, no queda nada bien parada.
En este punto, conviene descubrir un paralelismo. El autor, en la vida real, también es escritor y responsable cultural de una revista. Su esposa, en la vida real, también es de Gijón. Cuando escribió la novela, en 2013, estaban casados y tenían dos hijos. ¿Se inspiró en ella? Asegura que no. No obstante, matiza que Paz tiene algunas cosas de su mujer. Ufff. Lagarto, lagarto. Leída la novela, no parece ningún piropo. ¿Qué pensará ella de esta astur-parisina que se empantalla con los tiburones?
En 2017, ‘Inmersión’ se llevó al cine. Titulada en francés ‘Plonger’, dirigida por Mélanie Laurent y con la española María Valverde haciendo de Paz. Nada supimos de la película, ni figura siquiera en la filmografía de la actiz en varias webs. Acaso no triunfó. En el tráiler, se identifica Asturias (no sabemos si sale también el ‘Elogio’). Una nueva inyección de publicidad astur gracias a esta historia tan entretenida como estridente. De todas formas, con Ono-Dit-Biot solo cabe la gratitud por citar en ‘Inmersión’ La Galana, el Sporting, el lago Enol y una gijonesa con una cruz de la Victoria tatuada en sus nalgas que le llevó, definitivamente, a la derrota.
(Publicado en EL COMERCIO el jueves 7 de febrero de 2019)