No hace falta estar muerto para tener una tumba en el mismísimo cementerio donde se rodó ‘El bueno, el feo y el malo’ allá por el verano de 1966 en un bonito valle de Burgos, Mirandilla, rebautizado como Sad Hill en el afamado western de Sergio Leone. El gijonés Acisclo Álvarez Sala (descendiente de Fernández Vallín) lo piensa comprobar mañana mismo, cuando partirá una expedición de Harley Davidson para pasar un fin de semana de película en los escenarios burgaleses del rodaje y, de paso, conocer in situ esa tumba sencilla con su nombre por la que pagó 15 euros hace tres años. La cifra fue modesta, pero la Asociación Cultural Sad Hill ‘vendió’ cinco mil por internet con objeto de recaudar fondos para rescatar el histórico cementerio levantado para el rodaje y devorado después por las zarzas. Lo construyó entonces el Ejército español, con pagas de 150 pesetas diarias por soldado (trabajaron un millar), y pese al éxito del western el tiempo cubrió después el zócalo central de piedra y difuminó los lechos mortuorios desplegados a su
alrededor en sentido circular; ahí donde tiene lugar el duelo final entre Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach. Sería precisamente la muerte de este último en 2014, a los 98 años, la que provocó una modesta peregrinación de fans al lugar y prendió la mecha entre algunos autóctonos que se decidieron a recuperar aquello. Pues no en vano sus abuelos se habían alistado a las órdenes de Sergio Leone. Los principales, David Alba, Diego Montoro, Joseba del Valle y Sergio García. Tras darle muchas vueltas al asunto, empezaron a picar el suelo el 3 de octubre de 2015. Como la cosa iba
lenta, crearon una web, Asociación Cultural Sad Hill, realizaron convocatorias por las redes y los fines de semana empezaron a aparecer frikis de toda España, e incluso de Francia e Italia, con pico y pala. Así destaparon el zócalo central y construyeron el murete que lo rodea. Pero la tarea era inmensa y fue entones cuando tuvieron la idea de patrocinar las tumbas. Así surgieron los 5.000 donantes de los 15 euros que figuran de forma detallada, con plano y foto de la cruz, en su web.
A vista de pájaro, aquel precioso valle burgalés sumido en el silencio y el abandono, sin rastro de vida humana, fue recuperando la estructura circular mortuoria en donde tiene lugar el épico final. El 24 de junio de 2016, cientos de personas asistieron a la proyección, in situ, de la película para conmemorar su 50 aniversario. Hubo banda de música, photocalls con la silueta de Clint Eastwood, una soga colgando de un árbol y un testigo de excepción, Eugenio Alabiso, el montador del film. Cuando se encendió el proyector bajo un cielo estrellado, los promotores de aquel milagro empezaron a recibir felicitaciones a través de la pantalla. Del líder de Metallica, que arranca todos sus conciertos con la melodía de ‘El bueno, el feo y el malo’. De Ennio Morricone, el autor de la inmortal banda sonora. Ydel mismísimo Clint Eastwood, que les arrancó las lágrimas. «Cuando pensamos que no había más… ¡aparece ‘dios’!», rememoraban en el documental que ha relatado todo este pequeño milagro ocurrido en un recóndito paraje cercano a Silos.
‘Desenterrando Sad Hill’, del gallego Guillermo de Oliveira, compitió por los Goya en 2019 y no ganó, pero está ya en Netflix para deleite de quien lo descubre. Entre las tumbas del cementerio más famoso de la historia del cine figuran algunos nombres gijoneses. Uno de ellos, el de Acisclo Álvarez Sala, quien acudirá mañana al encuentro de su macabro tesoro oculto en Sad Hill. Cambiará el caballo por la Harley, pero las sensaciones serán a buen seguro irrepetibles.
(Publicado en EL COMERCIO el jueves 27 de julio de 2019)