22.
El lunes empezó intenso. Un guasap de Fauno avisaba del inminente rodaje de la gran escena de ‘Rebelión a bordo’, que tendría lugar la mañana siguiente, al amanecer, en plena playa de San Lorenzo. Se trataba de aquel glorioso desembarco en las Islas Reunión, de los indígenas rodeando al ‘Bounty’ con sus sencillas canoas y acompañando a sus barcazas, así como de la recepción a ritmos de danzas tribales. Sería al amanecer, coincidiendo con una espectacular bajamar. Se anunciaban medidas especiales en la ciudad. El Muro quedaba cortado al tráfico y el equipo llenaría todo de adornos y trampantojos. Iban a echar el resto. Siendo así, Cílur reordenó prioridades. Esa había de ser la portada del siguiente número de ‘Magullu’ y se guardaría el as en la manga de Russell Patata Crowe arrojando piedras para el número siguiente. Era un riesgo menor, pues la foto de Javi Güellinos era una exclusiva en toda regla y nadie se la iba a estropear a esas alturas. Avisó al fotógrafo para que estuviera preparado y llevase otros dos colegas habituales de las grandes ocasiones. Aprovechó para llamar a Pebels e interrogarle por Brad Pitt. No se le había visto en fiesta alguna en los últimos días. Sin embargo, le añadió un dato. Pebels había trabado amistad con un extra del barco y este le había dicho que Polanski, Pitt y Crowe tenían tres suites en su planta baja y que apenas salían de ellas. Buen dato para investigar. De momento, había que avisar a todo el equipo para que contemplase el rodaje, cada cual con una misión complementaria, en este caso no tanto para investigar como para redactar el amplio reportaje. Faltaba una guinda. Abrió el guasap, buscó a Tarita y le puso:
-Suerte mañana. Será pan comido.
Una hora después recibió un emoticono de una sonrisa y la palabra ‘gracias’. Escueto, pero había vida al otro lado. Para entonces estaba ya en ‘Magullu’ departiendo con la Novia de Superratón. ‘Rebelión a bordo’ ocuparía las veinticuatro páginas centrales del número de octubre; dieciséis el rodaje, cuatro la fiesta en ‘Abanico’ y las cuatro restantes chascarrillos. En ellas aprovecharía de algún modo aquella jornada en Estaño (tenía la tentación de desenmascarar las patas pitillo de Pitt, pero no jugaría tan bajo) y dudaba si podrían aprovechar el dato de Pebels acerca del acondicionamiento del ‘Bounty’ con sus tres suites. Quizá sí. A nadie podía parecerle mal y Polanski además se mostraba tan esquivo que tampoco había que hacerle gracias de forma gratuita. Superrratona repasó las colaboraciones; hizo hincapié en la incorporación de la sección nueva del actor Antonio Castro, que dedicaría su espacio de nuevos valores, en esta ocasión, a Pablo Und Destruktion, conocido ya en Gijón y en el panorama astur musical, pero no en más altas esferas. Sus vídeos tenían cada vez más vigencia en Youtube y, según contaba, preparaba un original corto rodado precisamente en San Lorenzo, el escenario central de ‘Rebelión a Bordo’. Cílur se interesó por el artículo de Gabriel, un cinéfilo local que avanzaba en el mismo lo que traería el Festival Internacional de Cine de Gijón en noviembre. La revista venía bien cuajada de publicidad. Treinta páginas a todo color y algunos faldones. Aquello era el maná. Cuando Superratona se lo dijo, replicó: “Se me van a poner los ojos como al tío Gilito” (jajaja). Y apostilló: “¡Va a haber que subirte el sueldo otra vez!”.
Entonces Cílur empezó a hablarle a Superratona del Mollejo. Le contó su sueño y empezó a cavilar que debería llevar a Tarantino a una ruta castellana para hacerle una nueva exhibición de historia de España, esta vez centrada en los Reyes Católicos. Si ya estaba abducido por Pelayo y Covadonga; y, digamos, entretenido con el desembarco de Carlos V en Villaviciosa; ¿qué le parecerían las gestas de Isabel y Fernando? Con esa tercera banderilla, el Miura de Tennessee no querría salir ya del ruedo hispano. Habría entonces que tocar las teclas de los magnates que promovían ‘Pelayus’ y conocer sus intenciones para la dirección de la película. Para picar en esos despachos había de irse con tiento y decidió poner en marcha esa línea de investigación. Llamó a
Prese y le explicó el asunto.
-“Ese río suena desde hace tiempo”, anotó el veterano informador, oficialmente ya jubilado, a quien Cílur para provocar llamaba ‘abuelo’, pues era con creces el ‘Magullu’ de más edad, lo cual dejaban patente su pelo y su larga barba blanca. Tan larga que no se la afeitaba nunca desde agosto para llegar a la cabalgata de reyes de Gijón con unos hermosísimos matorrales blanquecinos que hacían indiscutible su papel como rey Melchor.
-Pues ha llegado el momento de soltarlo. Pero no para este número; para el siguiente. A ver si consigues que alguien te concrete algo por las altas esferas. Ya sabes, los Masaveu, el Rey del Atún, algún político, pues seguro que hay subvenciones de por medio, el abad de Covadonga, por los rodajes…
-Déjalo de mi cuenta.
-¿Lo de Spielberg puede esperar? ¿Me adelantas algo?
-Vamos a esperar un poco. Hoy tenemos partida en el centro de mayores de El Coto. Suelta poca prenda, pero está tramando algo. Creo que sé ya de qué va la vaina, pero déjame atarlo bien. Por lo que yo sé, nunca sería para antes del año que viene; échale para la primavera o verano.
-Vamos a dar entonces prioridad a ‘Pelayus’. Por cierto, ¿te dejas ganar?
-Ahora estamos con el mus. Le apasiona. Pero va lento. Ya sabes el dicho, “el mus es un juego lleno de azares, hay quien la vive a lo grande pero luego sucumbe a los pares”.
-¿Y qué me dices de esta? “Zorrillo tagarnillero hácese el muerto para mejor asir la presa”.
-Jajaja. Pues Spielberg está en esa. Si tiene buenas cartas se le tensa un poco la cara, da un sorbo de clarete y dice paso. A ver si pica alguien y le envida.
-E imagino que tú te sacrificarás por la causa…
-A veces sí y a veces no para que no sospeche.
-Con bueno fue a dar. ¿Ya le hablaste de la cabalgata?
-Téngolu aburridu. Ahora dice que quiere ir de paje, porque ya le expliqué que Melchor, Gaspar y Baltasar están cogidos y requetecogidos.
-Bueno, dale la alternativa. El ‘chaval’ lo merece.
-Vamos a pensarlo. Primero que sufra un poco. Hoy para hacernos la pelota trajo un bote de toreras del Alimerka para animar el clarete.
-¡Vaya juergas que os corréis! ¿No lleváis unas colombianas en plan ‘Torrente 5’?
-Eso ya no, que no estamos para esas lides.
-¿Y cómo no lo lleváis a un sitio un poco más distinguido a echar la partida?
-Él está encatao. Apareció un día por allí y dice que está en la gloria. Diz que le gusta mucho analizar “el paisanaje”. Si le oyes pronunciarlo te partes el culo.
-Bueno, dejemos que se relaje en El Coto. Hay que reconocer que le debemos mucho. ‘Aguarón’ marcó un antes y un después.
-Ni que lo digas.
-Pues igual puedes gestionarle hacer de Gaspar. La barba ya la tiene… Y el acento le daría un toque exótico para ser convincente con los niños.
-Voy a decirle que traiga a ‘ET’ para la cabalgata.
-Jajajaja.
-Bueno, a ver qué sacas…
La siguiente llamada fue a Javi Güellinos con el mismo objetivo, pero esta vez para dejarse caer por el Hotel de la Reconquista, en Oviedo, y estar al loro de las conversaciones de los peces gordos, que habituaban a reunirse en sus salones; además de meterle las gomas al abad de Covadonga; o casi mejor arrimar la oreja a las puertas adecuadas a ver qué podía sacar en claro acerca de ‘Pelayus’. El proyecto, pensaba Cílur, era ya una monumental roca redondeada dispuesta en la catapulta a la cual solo le faltaba echar a volar. Como las empujadas por
Crowe en Covadonga. ¿Ocultaría algo Tarantino? ¿Qué hacía realmente en Gijón? ¿Golifaba el ambiente cinéfilo de Cilurnigutatis o tenía ya el encargo de rodar? Trataría de sonsacárselo en su expedición castellana, si aceptaba la propuesta. Se lo imaginaba ya, en la primera escala, sentado a la puerta de El Madrugo, comiendo mollejas una a una, pero al estilo vaquero. Lanzando una al cielo, recta, vertical y al caer tras coronar la altura del torreón medieval abriendo su poderosa mandíbula con un gesto seco, como un aligátor, y cerrándola mecánicamente una vez atrapada la preciada pelotilla de carne dorada a la plancha con ajo. Así una y otra y otra hasta terminar el plato, riendo cada dos o tres encestes y volviendo a abrir y cerrar la boca como si hubiera mutado en cocodrilo dandee.
Cuántas cosas en la cabeza. Tarantino por Castilla en proyecto y Tarita y Brad Pitt dispuestos a realizar el gran baile de los bailes a la mañana siguiente. A Brad le salvaba el traje de marinero que ocultaría sus pantollillas. ¡Maldición! Era una jornada clave y ‘Magullu’ debería echar el resto.