Una ciudad sin música es como una comida sin pan. Pero esa sensación adversa en estos pagos es penitencia desconocida. Si hablamos de rock autóctono, Gijón tuvo momentos gloriosos y a día de hoy, pese a los críticos o añorantes en exceso, sigue teniendo sus cositas. Entre los 70 y los 90 por aquí hubo de todo. El mítico disco de Crack, la ebullición de Ilegales, el movimiento indie liderado por Australian Blonde y su ‘Chup chup’, Los Locos, La Banda del Tren, Manta Ray… Muchas referencias para mirar por el retrovisor. Hasta el punto de que algunos llegan a sentenciar que Gijón es ahora, en el terreno musical, una ciudad muerta; «aburguesada», apostillan en el documental ‘Luz de agosto en Xixón’. Pero esto, pese a las nostalgias que a todos nos invaden y a que el Escocia no volverá nunca, es una falsedad. En Gijón no hay un movimiento musical definido;como no lo hay en España, pues el rock a día de hoy no sabe muy bien hacia dónde navega. Pero esta falta de horizonte, de tendencia, no impide la existencia de ‘islas’ afrodisiacas inconexas, cada cual con sus playas, sus aguas cristalinas y sus cocoteros.Ahí está aún Jorge Ilegal, una institución, metiendo ruido del bueno de vez en cuando e incluso haciendo de excelente embajador de Asturias, como en el programa de Ariel Rot ‘Un país para escucharlo’, donde el pabellón gijonés y asturiano rayó el sobresaliente en 2019. Ahí estuvieron Ilegales, Igor Paskual, Nacho Vegas, Pablo Und Destruktion, Mar Álvarez y Las Eléctricas (además de los astures Víctor Manuel, Marisa Valle Roso, Rodrigo Cuevas y Lorena Álvarez) formando una oferta coral que viró en dispares y atractivos sentidos. De los de casa, Jorge estuvo sembrado, Igor apareció sobrexcitado, luciendo una música con muchos kilates, Nacho Vegas cantó un precioso tema y Pablo fue todo un descubrimiento para el cilúrnigo con su simpatía y ese tema dedicado a ‘Gijón’, inspirado en el ‘Amsterdam’ de Jacques Brel, del que ahora ha hecho un vídeo deambulando con antifaz por la playa de San Lorenzo.
Acaso faltaron dos guindas para mostrar todo aquello de lo que somos capaces. La exquisita originalidad de Elle Belga y la transgresión de Los Guajes, que al parecer vuelven a las andadas y esperemos que a sus vídeos coñones (¡atreveivos!). Ouna tercera ya para demostrar que Gijón is different:‘Los muiles en el Piles’ de Los Desiempre, aunque nos falte su estandarte. Habrá quien añada nombres desconocidos para este cincuentón desfasado. Pero a unos y otros siempre nos quedará el Savoy y su carismático dueño, ese Javier Egocheaga, Javi Savoy, que celebró el pasado finde los treinta años de su templo de la mejor manera posible; subiéndose al escenario. Señoras y señores, el rock gijonés no ha muerto. Solo hay que salir a buscarlo (En caso de emergencia, llamar a Rafa Kas).
Publicado en EL COMERCIO el jueves 23 de enero de 2020