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Adrián Ausín

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Falo Friera

Cuando se nos va un nonagenario la familia pierde un referente irremplazable. Pero también pierde la ciudad, que asiste impotente a la huida, en un instante, de una de las hebras que la sustancian, que le dan una identidad o la contraria, en función de las almas que la conforman. Falo Friera se nos fue, silencioso, la tarde noche del viernes en su hogar de la Cuesta de Begoña y con él se apagaron en un instante 92 años de andanzas caracterizados, en esencia, por la bonhomía. Y, también, podríamos decir, por la hiperactividad. Pues en su hoja de servicios caben variopintas facetas. Ser nieto de un literato (Tarfe) e hijo de un gobernador civil de Salamanca y Oviedo (José María Friera), que pasó por prisión tanto con la República como con Franco, haberse casado con la mujer más guapa de Gijón, Eva Acebal, tener la friolera de diez hijos y haber sacado adelante a esa animada prole con una intensa actividad en el mundo del seguro, con el respaldo de su esposa y un argumento inapelable para quien pedía trato de favor: «Pero cómo te voy a hacer descuento… ¡si tengo diez hijos!». Inapelable.

Falo se hizo un nombre, profesionalmente, al poner en marcha la primera correduría de Gijón en 1946. Pero también en mil facetas más. Fue un hacha en la natación, pescó truchas y salmones en los ríos asturianos, cazó, se aficionó a la hípica y, abracadabra, practicó la magia, fundando incluso el Grupo Mágico Gijonés. ¿Alguien da más? Pues podríamos decir que sí. Rafael Friera Aránguez fue además un hombre espigado, cortés, educado y bien parecido. Y, cómo no, ejerció de maravilloso, entregado y orgulloso padre del rosario de hijos repartidos hoy día por Gijón, Madrid, Canarias, Marbella, Sevilla y Brasil, circunstancia que le animó a practicar las videoconferencias y tener la mente siempre abierta al mundo. Era Falo amante de la tertulia, de los afectos, perdía el norte con sus dos nietos y de su sentido bonancible de la vida dan cuenta microanécdotas como su justificación para mezclar siempre el vino con la casera. «Sí, es verdad, pierde el vino… ¡Pero gana la casera!».

Ganábamos todos con Falo, hombre biempensante del género humano, cristiano viejo y gijonés de pro cuyo último número de magia fue poder irse rodeado de los suyos, en casa, tras cinco días ingresado en Cabueñes; con la esposa y unos hijos junto a él y otros a través de la pantalla del ordenador. Todos con la pena de no poder organizar aún el funeral que se merece, pero orgullosos de la impronta dejada. Pues de las maderas más nobles y hermosas han de brotar por ley nuevas formas de vida enriquecidas por los valores acuñados a lo largo de toda una vida.

 

(Publicado en EL COMERCIO el jueves 14 de mayo de 2020)

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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