Quizá fuera Joseph Pérez el mayor experto en la España de los siglos XV y XVI. El hispanista francés hijo de emigrantes valencianos (Laroque d’Olmes, 1931, Burdeos 2020) tenía una veintena de maravillosos libros publicados sobre los Reyes Católicos, Carlos V, Cisneros, la leyenda de la España negra, los Comuneros, la Inquisición, Teresa de Ávila… Un legado escrito que nos queda a todos tras su triste fallecimiento el pasado viernes, a los 89 años, en Burdeos, donde desarrolló su periplo vital y fue rector, además de admirado profesor universitario. «Era brillante y exigente», decía de él una antigua alumna afincada en Oviedo que no dudó en desplazarse a Tazones en 2014 para saludarlo. No solo lo era, sino que lo transmitía, con aquella voz rugosa, entusiasta y enérgica con la que nos brindaba su elogiosa visión de nuestra historia.
La primera vez que pisó Gijón fue en noviembre de 1999, invitado por el Ateneo Jovellanos, para inaugurar el ciclo ‘Carlos V y su época’. Aquella charla concluyó con una anécdota secreta, pues una persona del público le preguntó dónde había desembarcado realmente Carlos V y cuando iba a responder recibió un amigable codazo de José Luis Martínez, presidente de la entidad, para advertirle de lo delicado de la cuestión. Pérez entendió al instante y, perfecto sabedor de que el hecho histórico tuvo lugar en Villaviciosa, no en Tazones, como certifica Laurent Vital, escabulló la respuesta. De vuelta a Burdeos escribiría al secretario del Ateneo, Sirgo, para elogiar nuestra ciudad «y sus museos»; y agradecer tanto el trato recibido como su obsequio, unas «sabrosas manzanas» de Mingán de cosecha propia.
El merecido Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales de 2014 nos permitió de nuevo tenerlo entre nosotros, esta vez con una charla en la Casa Natal Jovellanos donde comparó «el sentido de Estado y del bien común» de Cisneros y del prócer gijonés, sobre quien, confesó, estuvo «a punto» de iniciar una tesis. Al final, ganaría su admirado cardenal. Fue Joseph Pérez un erudito francés de corazón español del que, gracias al Ateneo y a la Fundación Princesa de Asturias, pudimos disfrutar en Gijón. Lúcido, entrañable, accesible y brillante.
(Publicado en EL COMERCIO el jueves 15 de octubre de 2020)