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Adrián Ausín

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El río sin barrer

Asomas la nariz al Piles desde la senda fluvial. El primer símbolo de su flagrante abandono es el esqueleto de una carretilla sobre una isleta a la espalda del Grupo. Por si hay algún interesado, aún tiene rueda. Entre este punto y la rotonda de La Guía se van distinguiendo plásticos, ladrillos rotos, un cono de señalización, una rueda y multitud de ramas. En el siguiente tramo, hasta la desembocadura, lo que más llama la atención son los árboles. Se pueden contar cinco de unos quince metros de longitud semisumergidos y otros tantos algo menores, que también podrían ser ramas grandes. Milagrosamente, en medio de tal abandono, unos operarios renuevan la barandilla rota en enero por la caída de un par de ejemplares del Kilometrín. Solo han tardado dos meses en repararla, una cifra de auténtico récord en esta ciudad. Un rato más tarde, mientras paseas por otras ruinas, las de la destartalada Cimavilla, inicias una ronda de consultas telefónicas sobre a quién compete pasarle la ‘escoba’ al Piles mientras se elaboran informes y macroproyectos regeneradores, es decir, si Emulsa pasa a diario por nuestras calles a recoger la basura, quién tiene entre sus competencias limpiar el río ‘a diario’. El asunto se antoja complejo, a tenor de las respuestas.

La primera, desde la Confederación, es para enmarcar: «Demarcación y/o Ayuntamiento». Ahí está el quid. El interlocutor municipal dirá: «Demarcación». Si bien, apuntan ambos, hay sentencias que asocian los tramos urbanos de los ríos al ámbito local. Pero mientras unos y otros prolongan su desacuerdo lo cierto es que la casa, nuestro río, continúa sin barrer. ¿Cuánto costará acercar un camión grúa y retirar en una mañana la decena de árboles que atascan, y afean, ahora el Piles? ¿Y un par de currantes con botas de agua rescatando plásticos y desechos un par de jornadas? Con esto bastaba para mutar la nefasta imagen y transmitir a los paseantes la sensación de que Gijón tiene entre sus prioridades la limpieza, algo muy difícil de sostener a día de hoy.

Entretanto, sorprende ver a la microfauna del Piles ajena a tanto desmán. Varias familias de patos, una tortuga tomando el sol impertérrita sobre una rama reseca y ejércitos de muiles surcando las aguas estancas en alegres movimientos. ¿Serán conscientes de que tienen su casa hecha unos zorros? ¿Sabrán de los mil informes que se ciernen sobre ellos hablando de renaturalizarlos? Sus vidas, desde el paseo, parecen despreocupadas. Igual hasta prefieren el Piles así, como nosotros en aquellas sidrerías con serrín en el suelo y aromas avinagrados. Pero tener un río limpio ante nuestras narices, digan lo que digan los muiles, no debería ser algo tan puñeteramente remoto.

Publicado en EL COMERCIO el jueves 1 de abril de 2021

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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