Cuando estuvo terminado ‘El Buen Salvaje’, la idea de la portada era clara. Debía reflejar el inicio de la novela, ese instante en el cual Arno está tumbado en el monte, al filo de la medianoche, contemplando el cielo estrellado. Cada cual puede imaginar su lugar ideal. El tuyo es sin lugar a dudas ese lugar privilegiado desde el cual se divisa la espectacular cordillera montañosa de Riaño, con el Yordas presidiéndolo todo. A ese lugar tú lo llamas Prado Rey, pero al parecer de forma equivocada. Pues al que te refieres es a esa pequeña llanura en un alto donde estuvo en su día el roble centenario que partió un rayo. Subiendo desde La Salsa, adonde Arno bajará después para dormir en su cabaña. Ahí tumbado, observa de repente el paso silencioso de un avión. Estamos en septiembre. La noche es fresca. Y el cielo está totalmente despejado de nubes. Arno ve pasar al avión, reflexiona sobre el misterio que siempre ha supuesto para él su vuelo y, de repente, observa cómo traza una línea descendente y se estrella entre las montañas. En ese instante se ha quedado solo. Pero no lo sabrá hasta el día siguiente. Ese momento mágico de arranque de la novela debía estar en la portada. En ella, la figura de Arno reposa plácida, contemplativa. No sabe lo que espera a la vuelta de la esquina. Eso se muestra en la contraportada, donde destaca el fuego del avión estrellado, unas llamas que constituyen una alerta para él, pero también para la humanidad. Lo que está ardiendo en ese momento es el progreso, la tecnología, la sofisticación, la alienación del ser humano.
Inmaculada González captó la idea al instante y la reflejó a las mil maravillas, con la colaboración de su hija Olivia. Inma es una pintora aficionada que podría serlo perfectamente profesional. Olivia es un portento; acaba de terminar ingeniería, compone canciones maravillosas que cuelga en YouTube (Oli Ausín) y también hace sus pinitos dibujando. Esa es la historia de la portada de ‘El buen salvaje’ y este es el dibujo que el diseño de dicha portada no permite disfrutar al completo. Por eso os lo muestro aquí en merecido homenaje a mis queridas cuñada y sobrina; y a su talento.
El libro evita los topónimos. El apocalipsis que describe es universal y como tal debe afrontarse, como un problema que está generando el hombre como especie, de forma que entrar a detallar nombres de aquí y de allá podría derivar, siquiera de forma inconsciente, a la sensación de que estamos contando algo ‘local’. Todo aquel que lo lea debe asumirlo como algo que le afecta, esté en Gijón, en Madrid, en Londres o en Sidney. Ese es el motivo. Sin embargo, la inspiración es evidente, tal y como se recoge en la nota de autor al final del libro. La Montaña de Riaño es el marco en el cual se desarrolla buena parte de la acción. Y, muy especialmente, Casasuertes, acaso el pueblo con mayor magia del lugar, y el valle de Hormas, con especial atención a la cabaña de ‘La Salsa’ y a ese mirador que se muestra en la portada.
Con el tiempo descubrirías el maravilloso cuadro de Anselm Kiefer ‘Las célebres órdenes de la noche’, propiedad del Guggenheim. Y el pasado diciembre de 2021 pudiste contemplarlo en directo y fotografiarte con él en la tercera planta del museo bilbaíno, donde se expuso temporalmente. Es un cuadro inspirador que guarda grandes similitudes con el arranque de la novela al evocar a un hombre que buscar su ‘karma’ contemplando las estrellas, pues acaso el pintor y escultor alemán abrace la teoría de que cada hombre tiene una estrella en el firmamento velando por él, a decir de sus críticos.
Si la imagen de la portada debía ser inequívocamente esta; el título quedó escrito en el primer instante. Pues abraza la teoría de Rousseau de que el hombre, dicho resumidamente, nace bueno por naturaleza y es la socialización la que le corrompe, la que hace aflorar la envidia, la codicia, la ambición… En definitiva, el mal. La idea, que para Rousseau fue una teoría, no el título de ningún libro, sintetiza a la perfección el mensaje que trata de transmitir la novela. La tecnología se ha acabado por convertir en un peligro; el hombre debe ‘recuperar’ sus esencias como especie. Estas son las explicaciones básicas de la portada.
ES TODO.