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Adrián Ausín

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Buscadores de pan

Dedicado a Fonso, amante del buen pan
y también de hermosas quimeras

Siempre habrá buscadores de pan. Gente que no se conforma con comprar una barra que guarda las apariencias a la hora de comer e inicia a media tarde su conversión al plástico. No lo tienen fácil los buscadores de pan. Pues, normalmente, solo tendrán esta opción a su alrededor. El sucedáneo. Quien quiera hacerse con buen pan quizá deba caminar veinte minutos o incluso coger la carretera de la Pola en coche, moto o bicicleta. A cuatro kilómetros de Gijón, cada vez lo saben más buscadores, hay un templo del pan de verdad: La Tahona de Vega. Ahí está este obrador despistado en mitad de una recta donde resulta casi imposible aparcar. Pero con tal de hacerte con un panchón de leña, uno hace lo que sea, incluso dejar el vehículo de canto. No hay alardes en el mostrador. Pequeño, casi incómodo y siempre con poco género. El panchón de medio kilo vale 85 céntimos y está para chuparse los dedos. La miga es densa y esponjosa. Y tres días después sigue siendo densa y esponjosa. ¿Y cuatro? También. El secreto, lo cuenta Kiko, es sencillo: «Tiempo y materia prima». «Y madrugar mucho todos los días y hacerlo todo a mano», añade. El resultado es para chuparse los dedos, para untar lo que sea, pues el producto estrella del pincho será el propio pan. Hasta tal punto que bastante antes del mediodía no queda un solo panchón. «Cuando sale del horno (por supuesto de leña) está casi todo vendido». Kiko cogió La Tahona de Vega en traspaso por jubilación allá por el año 2000 y su éxito es tal que sirve a restaurantes estrella Michelin y ha sido objeto de un amplio reportaje en una revista especializada de ámbito nacional llamada ‘PãstryRevolution’.

pan-redux-1pan-redux-2El problema de La Tahona es ir hasta allí . De ahí que La Puerta del Sol defienda su centenaria centralidad en Begoña (data de 1903) con dos productos estrella, ambos importados. Uno, la hogaza de los jueves, que llega de Zamora «aún caliente» en torno a las diez de la mañana. De Manganeses de la Polvorosa a Gijón desde hace más de diez años. Cuesta 2,85 y dura varios días con la miga intacta, si bien su corteza es de armas tomar. Pero sabe a pan. Apan de pueblo. Auténtico. Para el resto de la semana, Alfonso tiene otra oferta: pan de Grado, del fornu de leña de San Pelayo. De escanda, centeno, maíz y trigo. Y también duradero y de calidad. Como sus fabes de Pravia, sus casadielles de Felechosa, sus tomates de Somió o su sidra dulce de Granda.

El esfuerzo de los buscadores de pan tiene dos recompensas claras. Una, comer calidad. Y otra, hacer un viaje para varios días. Con ello, lo aparentemente caro resulta al final muy barato. Y sabroso.

(Publicado en EL COMERCIO el viernes 6 de octubre de 2017)

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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