Ocurrió en un burguer de Texas. Santiago Campillo descubrió a Buddy Whittington sentado en una mesa con su hamburguesa y no dudó en atacarlo: “Oye Buddy, que en España también sabemos tocar blues”. Así nació la amistad entre dos guitarristas; un melenas rockero de Murcia y un orondo sexagenario de Texas, un cóctel explosivo. Corría enero de 2017 y Buddy
invitó a Campillo a tocar allí con su banda en el concierto Freds TCU. Tocaron y congeniaron. Campillo (fundador de M Clan, de donde salió por la chimenea) había visto tocar a Whittington unos quince años atrás en un concierto de John Mayall & The Bluesbreakers. Y había quedado fascinado con el poderío del texano a la guitarra, y también de su poderosa voz cuando Mayall le dejó cantar algún tema. Al final, su sueño se haría realidad por partida doble. Pues no solo tocó en Texas con Whittington, sino que le invitó a hacer juntos una gira por España y éste aceptó. Arrancaron en Madrid el 5 de octubre y anoche concluían la experiencia, diez días después, en la Casa de Cultura de Avilés. Unas doscientas personas asistieron al concierto, vibraron, aplaudieron y arrancaron dos temazos de propina tras hora y media alto voltaje. ¿Cómo se pueden pagar 15/18 euros por semejante espectáculo? Así fue. Entre Madrid y Avilés, la gira hizo escalas en Cáceres, Sevilla, Valencia, Barcelona, Murcia, Zaragoza y Ponferrada. Públicos minoritarios, salas pequeñas y música con mayúsculas.
En Avilés tocaron temas propios de Whittington, temas de Santiago Campillo y temas de históricos como Jimmi Hendrix, Alman Brothers Band, Albert King, Chuck Berry… Y lo hicieron con un espectacular sonido. El de las dos estrellas juntas y el del resto del grupo del murciano: el bajo Dani Mora y el batería Mini Drums. Había en la sala quien no olvidaba aún aquella visita de John Mayall al Auditorio de Oviedo en julio de 2008, en la que la alianza Mayall-Whittington puso en pie a toda la sala en un concierto memorable. Poco después, el guitarra texano ponía fin a quince años dando lustre a los Bluesbreakers e iniciaba una carrera en solitario, con su propio grupo, que ya ha dado frutos en forma de cedés. Ahora, a sus casi 61 años, que cumplirá en diciembre, Whittington, con serios problemas de movilidad por su sobrepeso, es todo un espectáculo sobre el escenario, con su virtuosismo a la guitarra, su potente voz, que contrasta con unos falsetes maravillosos; y esas camisas floridas que completan el perfecto retrato de un norteamericano que vive a su puta bola haciendo lo que le ha gustado siempre: estar con su guitarra.
Toca hacer una confesión. Al llegar al concierto pensabas que ibas a ver solo al yanqui con su banda. Desconocías por completo este combinado hispano-texano que se empezó a revelar en cuanto Campillo abrió la boca. Coño, ¡españoles! Ah! El de M Clan. Tras un inicio en segundo plano, Campillo (el nuevo Rosendo del rock nacional) fue ganando más y más protagonismo y sus temas hispanos hicieron un maravilloso contraste con los americanos, concluyendo algunos con duelos de guitarras y fases de improvisación acojonantes. Gran concierto el de anoche en Avilés, de esos que se recuerdan siempre. Doscientas personas lo saben bien. Qué desperdicio no haber llenado el Niemeyer. La entente Murcia-Texas produce petróleo.