En estos pagos, en las barras de los bares, tenemos a los mayores expertos en todo tipo de materia; ni la física cuántica se les resiste. Con un “dígotelo yo” rematan una sentencia, como si de un sello de ISO 9000 se tratase, que reordena el cosmos, descubre un escándalo público o altera el curso de la historia. Y si el interlocutor replica, ay de él. En ese momento, el playu de turno se le remontará con un “vas decime tú a mí…”.
Así que mucho cuidado. Estamos rodeados de sabios. Aunque no lo parezcan, aunque cuelguen barriga y palillo, nos pueden sentenciar en cualquier momento. Lo suyo es seguirles la corriente y pegarse el abierto en cuanto se pueda. La réplica, el dato objetivo, el recurso a wikipedia; todo es inútil. Si lanzan una sentencia, hemos de asentir.
Reflexiono en voz alta tras leer una singular opinión en el periódico. Plantea el dueño de un inmueble de la Ería del Piles -ese sitio tan bonito que tenemos tan abandonado- instalar más o menos frente a edificio (que ocupa un restaurante) esa escultura en ciernes llamada ‘G-ij-ó-n’ y quitar para ello la que está. El hombre en cuestión ha elegido justo justito un sitio ocupado: el de ‘Sombras de luz’, de Fernando Alba, esas cuatro planchas de acero cortén que hemos rebautizado como ‘les chapones’. A unos le gustarán y a otros no, pero les chapones, que ni siquiera pudieron ser inauguradas en 1998 por la polémica que generaron, forman ya parte del Muro. Han sido asimiladas por la ciudad. Y me atrevería a decir (y esto, evidentemente, es una opinión; no una sentencia) que tienen una belleza manifiesta: en su sencillez, en su disposición, en su movimiento (con nuestro movimiento), en el juego de luces de sus oquedades, en su óxido, en su permeabilidad con el mar; en todo.
El propietario de la Ería del Piles matizará, humilde, que lo suyo también es una opinión. Una opinión osada, diría yo; pero vale. Aceptamos barco. Lo que resulta ya delirante es su plan de traslado. Quiere llevar las Chaponas “a la nueva rotonda de la avenida de Castilla”. ¡Olé! ¿Es que no ha visto que es hueca? ¿Quiere lanzarlas sobre los paseantes como las piedras para hacer sopas en el río? ¿Cómo quiere colocarlas exactamente? Aclárenos por favor su magno plan.
Antes de emitir sentencias o plantear traslados, sería bueno documentarse un poco. O pasear unos metros, pero con cuidado. ¡No se vayan a caer a una rotonda hueca!