En la apasionante ficción de ‘La guerra de los mundos’, los marcianos no son abatidos por armas de fuego sino, finalmente, por las bacterias. En muchas ocasiones planteamos matar moscas a cañonazos y luego la solución es más sutil e incluso se llega a ella por casualidad. Así ha sido cómo uno ha podido certificar que la captura de velutinas, todo un deporte en estos últimos meses, ha registrado su balance más pobre con las botellas colgadas de los árboles con un licor dulce de señuelo y una boca de entrada por la que luego no saben salir. Algunas caen. Pero no tantas como con dos armas de destrucción masiva utilizadas a la sombra de un peral: una escoba para aturdir y una suela para rematar. Ocurre que las peras caídas en fase de podredumbre parecen ser un manjar para nuestras avispas asiáticas. Y así, un día tras otro, este cilúrnigo ha ido matando con escoba y zapatazo a docena por jornada. Tan ensimismadas están ‘a peres’ que el zurriagazo mortal tiene una eficacia del 99%. Si se falla, aclaremos, se van pitando.Agotado el peral, postulado para medalla al mérito antivelutínico, ha surgido como por arte de magia una trampa sobre la misma base: su llambionería. Puesto en marcha el llagar, primero para sidra dulce y ahora para llenar el primer barril de sidra casera, el zumo de manzana se ha revelado más eficaz que una bomba de neutrones. Basta dejar el llagar pingando sobre el duernu y cuando uno llega al día siguiente se encuentra una docena de cadáveres del voraz depredador amarillo anaranjado y otros tres o cuatro en fase terminal, tratando de nadar sin éxito hacia ninguna parte. Quizá contribuya al éxito en esta sencilla caza dejar un caldero inverso al duernu para que no le caigan impurezas. Así se meten, se marean bebiendo y no saben salir o acaso se mojen las alas sin querer.
Hasta aquí el éxito fortuito. Queda ahora una duda. ¿Habrán transmitido las velutinas su ‘adn’ a la sidra que se corchará en primavera? De ser así, ¿cabe una transformación tipo ‘Gregor Samsa’, aquel joven al que Kafka convirtió en insecto? Si tal cosa ocurriera, la sidra ‘avelutinada’ podría convertirse en un arma astur de usos imprevisibles. Acaso tengamos un arsenal a nuestro alrededor, con tanto manzano y tanta avispa, y permanezcamos ajenos a ese poder. En nuestro entorno, de hecho, se dan ya casos sospechosos. Salía Marina Abramovic del Teatro Jovellanos la semana pasada cuando una exaltada señora le gritó, crucifijo en mano, «¡fuera satán!», la llamó «¡demonio!» y a sus asistentes «¡lacayos!» (sic). ¿Habría tomado sidra del duernu? ¿Estaría en proceso de transformación? No descuidemos la retaguardia.
Publicado en EL COMERCIO el jueves 28 de octubre de 2021
pd.-Esta mañana, viernes, en la superficie del líquido sidrero que casi llenaba una jarra dejada dentro del duernu había nuevas víctimas: siete. Esto es un no parar.
pd.-Del caso de la aventada gritando a Abramovic hay vídeo conmemorativo circulando por las redes. Vamos que no es literatura. Sino llocura.