¿Qué sería de mí? ¿Qué sería de todos sin José Luis? ¿Cómo orientaríamos nuestros pasos? ¿Qué alimento cocinar en Nochebuena? ¿Cuánto pisar el acelerador? ¿Dónde fumar? Somos unos privilegiados los hispanos. ¡A qué dudar! Para cenar, conejo. La mirada, acero azul. Y al volante, a 110.
La Santina, tras la última medida del Gobierno, desaparecerá de los salpicaderos de los coches astures. Pondremos a José Luis, con la ceja bien arqueada, a modo de guía terrenal o divinidad en conjunción planetaria con Obama (perdona Leire por copiarte la idea). Él nos guiará por las carreteras españolas. Y si aún nos quedan dudas de índole espiritual, pues nada: encendemos la SER. Y seremos feliiiiiiiiiices.
Gracias José Luis. Notaba yo que a 120 el bugatrón consumía un montón. No llegaba a fin de mes. Ahora, con esos diez kilómetros menos, seguro que sobran unos eurillos (los que gastaréis en pegatinas para cambiar el 120 por el 110) y podremos pasar un fin de semana en Rodiezmo, enmarcar todas las fechas inaugurales anunciadas estos años en Asturias -no sé si tendré en casa pared suficiente- o comprar una docena de rosas rojas (pero honradas).
Ya lo dice la canción, José Luis: “Sin ti no soy nada”.