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Adrián Ausín

Campo y playu

Aterriza en San Andrés de los Tacones el primer astronauta asturiano

(interrumpimos el serial USA para dar una noticia de alcance)

La pasada noche, la nave espacial Asturchale-3 realizó un aterrizaje de emergencia en el embalse de San Andrés de los Tacones con un único ocupante: Joselín. La expedición había despegado de Cabo Ranón en 1995 con el objetivo de buscar yacimientos de oricios en Plutón, al estar agotándose las reservas en el Cantábrico. La integraban un astronauta, Joselín, bastante desentendido ya por entonces del género humano, un gaitero y un chimpancé. Lograron llegar a Plutón, donde el simio tomó enseguida las riendas de la situación y fundó una próspera comunidad sin políticos, dietas ni faetones. Tomaban todas las decisiones en asamblea popular, comían oricios asgaya, pescaban salmones y bonitos, e incluso empezaron a hacer una sidra bastante decente. Cada celebración, como si de los Premios Príncipe se tratara, era clausurada con unos acordes de gaita que, todo hay que decirlo, ya empezaban a tener un poco hasta los güevos a algún que otro chimpancé. De todo ello quería dar cuenta Joselín en el depauperado reino astur que había dejado atrás por mor de abrir un poco la mente a sus conciudadanos y revelarles que otra Asturias era posible. Pero entre idas y venidas había perdido la noción del tiempo y al amerizar en las aguas de la autopista ‘Y’ no tenía muy claro cuánto tiempo había pasado ni tampoco qué cambios se habían producido en su añorado Principado.

Su llegada con nocturnidad pasó inadvertida para los cientos de coches que a esa hora circulaban entre Gijón, Oviedo y Avilés con las radios atronando soflamas electorales. Según pudo apreciar desde la orilla del embalse, iban como autómatas abducidos por la cosa pública y no repararon en el astronauta que se aproximaba al arcén. Así que Joselín se puso a caminar hasta llegar, a eso de las tres de la mañana, a las dunas de Nuevo Gijón, unos singulares montículos que le recordaron al ‘Planeta de los Simios’. Entró en la primera avenida de la ciudad buscando indicios que le aclarasen en qué año estaba. ¿1995? ¿1997? ¿2000? ¿2004? ¿2008? ¿2011? ¿2015? Entonces distinguió los primeros carteles electorales. “¡Hostia, Trevín!”, fueron sus primeras palabras. “¡Areces!”. “¡Cherinessssss!”. Joselín se frotó los ojos y pensó, en primer lugar, que su misión, a desarrollar en un cuarto de siglo, apenas había durado unos meses. Él había despegado con Trevín de presidente del Principado, Areces alcalde de Gijón, Cherines candidata en Gijón; y ahí estaban los tres, ciertamente más envejecidos, pero si seguían los mismos no podía haber pasado más que un cuatrienio, pensó el iluso astronauta. Cambió de calle buscando algo más de luz y vio a Rajoy, a Cascos, a Rubalcaba. “¡Coño, los ministros!”. ¿A qué se presentan? Joselín no entendía nada. Luego irrumpió Llamazares, con el pelo blanco como una ovejita Norit, y concluyó que nada ni nadie se había movido de su sitio. Entonces, ¿cuánto tiempo ha pasado un año o veinte? Pasó cabizbajo junto a un vagabundo que envolvía su frío con papel de periódico. Al vagabundo le pareció ver pasar un astronauta frente a sus mismas narices. Y a él le pareció ver a Ovidio Sánchez y Gabino de Lorenzo en una fotografía electoral abriendo el periódico, donde pudo acertar a leer ’15 de noviembre de 2011′. Fue la gota que colmó el vaso. “Me voy”, se dijo en un arranque de lucidez.

Joselín salió de nuevo a la autopista y se puso a hacer dedo, un tanto ajeno a su look. Había vuelto dieciséis años después, pero no había cambiado nada. Simplemente, el tono capilar de los políticos. O su mirada, antiguamente orgullosa, ahora suplicante. Parecían decir todos: ¡Vótenme, por favor, que sólo quédenme cuatro años para la prejubilación! Qué horror. Pensó en los monos de Plutón, tan organizadinos en la próspera comunidad formada y en las cada vez mejores añadas de sidra. Así que se subió al primer coche que le paró. Tres estudiantes de doblete le preguntaron si iba a alguna fiesta y él asintió. “Pues sí, voy a una fiesta”. Se bajó en San Andrés, montó en su nave espacial y, declinando anunciar al mundo astur lo que se estaba cociendo allende la estratosfera, despegó como alma que lleva el diablo.

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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