Cuando ves gran cine la historia pasa a un segundo plano. Cuando ves en la pantalla grandes actores, escenarios espectaculares, un vestuario perfecto, coches y barcos de época en torno a un lago suizo… ¿de qué hablan? Y qué más da. Que hablen y punto. Eso es lo principal de ‘Un método peligroso’, mi tercer y exitoso encuentro con David Cronenberg tras ‘Una historia de violencia’ y ‘Promesas del Este’, dos auténticas joyitas. Su nueva película se ambienta a principios del siglo XX, comienza en un psiquiátrico suizo y se abre luego hasta Viena para introducir en escena al mismísimo Sigmund Freud, que encarna Viggo Mortensen, siempre brillante. La historia se centra en el desquiciamiento progresivo del doctor, casado y con hijos, que se enamora de la paciente, una joven fuera de control encarnada por Keira Knigthley, siempre guapa. Poco a poco quien acabará perdiendo el juicio será el propio doctor, que se verá ante un gran dilema. Personajes todos ellos reales (Freud, Carl Jung y Otto Gross), según la leyenda final de la película, que puntúa con racanería Filmaffinity con un 6,3.
Entremedias, irrumpe en la película el tercer psiquiatra, encarnado por Vicent Cassel (en ‘Promesas del Este’ el hijo tonto; en ‘Cisne negro’, el profesor), que lo borda con una intervención trasgresora y simpática, rompiendo todos los moldes en los que se quiere atrincherar el protagonista. Hay tanta bazofia en la programación de las salas de cine que dejar pasar esta película es un auténtico crimen. Las primeras imágenes pueden ponerte un tanto nervioso. Hay que dejarse llevar…