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Adrián Ausín

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El rey y el yerno

El Rey de España cumplió ayer 74 años. ¡Felicidades, Juancar! Siempre te tuve simpatía. Hay quien dice en estos días que la Corona se tambalea por el caso Urdangarin. Yo pienso exactamente lo contrario. Se tambalearía si hubiesen azorrado con las trapisondas del yerno. Pero el Rey ha dado un paso al frente y lo ha repudiado con luz y taquígrafos, pese a no contar con el respaldo de la Reina en esta cuestión. Su enérgico rechazo del choriceo en el discurso de Nochebuena creo que, lejos de cuestionar la monarquía, la ha reforzado. Arrojar al garbanzo negro al cubo de la basura es una decisión necesaria que el vulgo siempre aplaude, lo haga un partido político (cómo le costó a Rajoy con Camps) o lo haga el Rey de España. Ahora sólo falta la segunda parte del cuento: que la justicia sea imparcial y meta al pajarito de dulce mirada entre rejas. Crear ONGs para robar dinero desde su posición creo que podría ser digno incluso de cadena perpetua. Vaya mirlo el fornido jugador de balonmano. Aunque con esa catadura moral, no sería de extrañar que se pegara el abierto a las islas Caimán huyendo de la justicia española. Seguro que ya tiene allí un palacete.

Volviendo al Rey, invitaría a quien no la haya leído a comprarse la biografía de Paul Preston. En ella se cuenta su vida desde niño, su educación alejado de su familia (ellos en Estoril, él en España), los equilibrios entre Franco y su padre, la complejidad de ser el heredero sin figurar como tal y, desde 1975, la inverosímil tarea de demoler el viejo régimen desde dentro, ayudado por Suárez, Sabino y Torcuato, sin que los dinosaurios del franquismo ni el Ejército se rebelaran contra el cambio. Quien se lea todas estas peripecias vitales para la España de hoy quizás mengüe su vena republicana, en caso de tenerla, o cuando menos sienta más reconocimiento hacia la tarea de nuestro monarca, a quien también debemos la rápida desactivación del 23-F. Nuestra casa real es una de las más baratas de Europa (8 millones al año frente a los 40 o 50 de la inglesa, que no la hinca) y de su profesionalidad dan fe cuantos traban contacto con ella. “No tenemos mejor embajador”, decía hace unos días un destacado empresario en televisión. “Si el Rey acude a una feria empresarial es nuestra mejor tarjeta de presentación”, apostillaba. Si a todo ello añadimos idiomas, experiencia, conocimiento de los dirigentes de otros países (ojo con el mundo árabe) y simpatía personal concluiremos que una llamada telefónica del Rey puede resolver más en un conflicto con Marruecos que tres años mareando la perdiz de Moratinos, felizmente ‘desactivado’ por las urnas.

Una anécdota puede servir de homenaje final a Juan Carlos. En plena etapa de meritorio en los años finales del franquismo, con una campaña orquestada en su contra desde las filas carlistas y desde la propia familia de Franco en favor de la opción de Alfonso de Borbón, salían Juan Carlos y Sofía a la calle tras haber participado en un acto público (no recuerdo cual) cuando se encontraron de bruces con una pequeña manifestación en favor de la ‘candidatura alternativa’. Unos pocos dieron vivas a Alfonso y el futuro Rey de España, ni corto ni perezoso, les acompañó con un “¡viva!”.

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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