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Adrián Ausín

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Venta de bolsos con espectáculo en la segunda planta

Del cúmulo de gamberradas de juventud, rebasada la etapa escolar del Codema, hay una que se podría haber llevado algún premio. Tenía por escenario una tienda de bolsos situada en La Calzada. Era de la madre de un amigo y en ocasiones le tocaba a éste despachar. Si nos decía que no podía quedar porque tenía que ir a la tienda a trabajar igual nos daba el punto de hacerle una visita. La tienda tenía el clásico mostrador haciendo ángulo y una segunda planta que utilizaban como almacén y cuya barandilla quedaba justo a la altura del mostrador de debajo. Esto suponía que mientras el amigo C. despachaba en la planta baja, nosotros podíamos estar justo encima de él y su clientela no tenía más que alzar la vista para vernos. Si era él quien quería controlarnos podía mirar de frente hacia la puerta de entrada pues había ahí un espejo donde podía ver reflejados nuestros movimientos.

Esa era la situación ‘estratégica’. La gamberrada era muy sencilla. De repente nos íbamos tres tíos para la planta de arriba. Silenciosamente, nos colocábamos de espaldas a la barandilla (que era bastante baja) y hacíamos una boya todos a la vez. Así nos quedábamos un rato, mientras C., conocido hostelero gijonés en estos tiempos presentes, atendía a una mujerona. “Hay fíu, ¿no tendrás este con una piel más clarina?”. “Ahora se lo miro”. C. despachaba a la cincuentona mientras miraba de reojo al espejo que tenía enfrente. Ahí podía ver los tres culos de sus amigos expuestos al escarnio público. La clienta no tenía más que alzar la mirada al cielo para verlos. La tensión para C. era mayúscula pues en caso de pillarnos luego le podían ir con la cantinela a su madre y la bronca estaría asegurada. Pero el caso es que la mujer no miraba. En cuanto salía por la puerta, C. subía como un relámpago al piso de arriba y nos llamaba de hijos de puta para arriba. “Venga ho, no os paséis, joder. ¡Que se me cae el pelo!”. Nosotros le prometíamos un buen comportamiento, pero en cuanto entraba otra buena mujer, zas. Nos bajábamos los pantalones y poníamos el culo al aire. Lo curioso es que ninguna nos pilló.

En estos tiempos de crisis del pequeño comercio, quizás aquella gamberrada tuviera un efecto llamada, pues tres culinos al aire de 20 años bien pudieran valer un bolso de piel de cocodrilo. Aunque los protagonistas de entonces hemos doblado ya esa edad, seguro que hay nuevas generaciones dispuestas a emularnos. Y si no, ningún problema, nos hacemos un ‘Full Monty’.

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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