Templos gastronómicos no hay muchos. Sitios auténticos donde la comida es fresca y está todo en su punto, ummm. Cinco o seis años después, el sábado pasado volví al Galeón de Somo, un restaurante especializado en pescado y marisco, situado en esa gran llanura sobre el mar que se extiende después de Santander (Pedreña, Somo, Loredo, Galizano….).
Tras empezar el festín, no dudé en decirle al camarero: ‘Oye, vaya anchoas; espectaculares”. “Son las mejores del mercado”. “¿Y cuáles son esas?”. Al momento, lo tenía plantado con una gran lata, donde sólo se podía leer ‘Santi’. “40 euros más iva. Pero no hay nada mejor en este momento”, espetó. Si las anchoas con pimientos estaban reventonas, luego vinieron unas rabas ricas y, de remate, un pixín para dos. “Es el mejor que se hace en España ahora mismo. A la plancha, en su jugo, sin ajos”. Sea. Y el pixín estilo Agus (el dueño, un cacho paisano de cuidao) estaba demoledor. Vino blanco de rueda, mouse de chocolate blanco con naranja y cafés, total 79 eurracos. Bien gastados. Muy bien gastados; sobre todo pq me invitó la parient. ¡Gracies, ho!
La cocina del Galeón recuerda a la del Sancho gijonés, otro templo. Pequeñina, con una plancha para hacerlo todo. Y todo fresco de cojones. “Aquí los pescados son todos del día. Ni de ayer ni de antesdeayer. Lo que te ofrezco es de hoy”. Y vaya si lo era. (Me vienen a la mente esos pescados moribundos que cuelgan de los escaparates de muchos restaurantes un día sí y al otro también).
Un fin de semana en estos pueblinos cántabros (hay dos o tres casonas rurales muy recomendables, están a tiro el balneario de Solares, Cabárceno, El Soplao, Santander…) y una jala en condiciones en El Galeón y ya verás que bien te quedas. Comida rica rica, playas y paseos litorales para bajar la tripada. ¡Salud!