Muchos días andamos con pájaros en la cabeza. Yo, hoy, tengo kiwis. Una parra entera de kiwis flotando por mi chola. Cuando levanta el viento las ramas se mueven ligeramente, oscilan por mi aire craneal, e incluso me hacen alguna que otra cosquilla. Señoras; señores: ¡Han salido los brotes! Pero no han salido en cualquier sitio. ¡Han salido brotes en las ramas injertadas hace cosa de un mes! O sea, que los empalmes estaban bien hechos. Y ahora el empalmau soy yo. ¡Toma ya!
La savia conectó las ramas que había (con kiwis como canicas) con las que me regaló el señor Curto (de kiwis como melones) y en la otoñada espero ponerme las botas. Ya son muchos años de ver flores que se caen, cuando no había kiwi macho, y flores que se convierten en aceituna gordal, cuando planté al macho-man. Ahora quiero kiwis en condiciones. Esta mañana descubrí todos los brotes. Y ahora estoy exultante, poniendo a Rainbow a toda pastilla mientras cocino y escribo; todo a la vez. A ver qué sale.
Atención. Última hora: estoy verdeando de la cabeza a los pies. Me crecen pelillos marrones en la piel. El kiwi melón se apodera de mi cuerpo… ¡Socorrrrro!