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Adrián Ausín

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El peluquero de Pableras

Pablo tenía por costumbre ir siempre al mismo peluquero, cerca de su casa. Iba bastante y el tío había cogido confianza. Así que el corte estaba siempre acompañado de unas importantes peroratas. Un día Pableras fue al peluquero con un resacón del quince. No quería hablar, ni mucho menos escuchar. Entró, se sentó, dio sus indicaciones sobre lo que quería y cuando el hombre de la tijera empezaba a coger carrerilla, le espetó: Hoy no quiero hablar. El buen peluquero, charlatán profesional, quedó descolocado. Cortó el pelo a Pablo en riguroso silencio, cobró su servicio y se despidieron secamente. Este incidente diplomático le iba a pasar factura a mi buen amigo en sus siguientes visitas. Había estado ciertamente borde, pero no veía forma de arreglar el asunto y la rutina pasó a ser esa. Un corte de pelo profesional, silencioso y tenso. El peluquero de Pableras estaba herido en su corazoncito. Consideraba que no debía hablar hasta recibir una ‘señal’, pero ésta no llegaba y el hombre, incombustible parlanchín, iba hinchando progresivamente. Tal parecía que fuera a explotar. Pableras se había acostumbrado a la nueva situación, e incluso le resultaba cómoda, pues su estado resacoso era más que habitual. Sin embargo, tras tres o cuatro cortes silenciosos creyó llegado el momento de devolver la voz a aquel buen hombre y, ni corto ni perezoso, cuando éste iniciaba su profesional tarea sobre su cabellera, soltó de repente: Parece que va a llover.

Jamás una frase tan liviana provocó tal bocanada de felicidad, tal estallido de gozo, tal reacción en cadena, tal sucesión de frases acumuladas en una parrilla de salida con el paso de los meses. El buen peluquero de Pableras se puso a hablar sin parar hasta, quizá, provocar cierto arrepentimiento en nuestro protagonista por ese buen gesto con el que quería solapar aquel ‘hoy no quiero hablar’ que atormentó durante meses a su peluquero. Anoche estuve con Pableras, pero olvidé preguntarle por su relación actual con su peluquero, si hablan o callan cuando le corta el pelo. Yo, que llevo más de quince años yendo a Delfín a trasquilarme cada tres o cuatro meses, no dejo de hablar con él, hasta el punto de considerarlo a día de hoy tan peluquero (perdón, estilista) como amigo. Siempre hablamos de viajes, de política, de las cosas de Gijón, de todo un poco, hasta el punto que se me queda corto el tiempo del corte para soltar todo lo que quisiera contarle. Pableras, joder, no seas así. ¡Habla con tu peluquero!

 

Pd.-Cerrado por evasión mental hasta el lunes 3 de diciembre.
Amenazo con un pequeño serial portugués (gran tierra y mejores xentes).

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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