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Adrián Ausín

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Nochevieja en el convento

Cuando sales del convento de las clarisas, en Villaviciosa, estás lleno de paz. Tienes, incluso, un regusto de envidia de esa vida retirada donde no hay sitio para nada de lo que nos atosiga en el día a día: las facturas, las prisas, el curro, los encajes de bolillos de la Navidad… En las clarisas dedican el tiempo al rezo, la meditación, el estudio y manualidades que generen ingresos para cuadrar la también delicada economía eclesial. Cuando sales del convento de las clarisas el día de Nochevieja, a la una de la tarde, hora del almuerzo intramuros, tienes la sensación de que un buen puñado de las cosas que nos rodean son superfluas en grado máximo y de que, pese a la falta de vocaciones, apartado del mundanal ruido no se debe de vivir tan mal. Acabas de ver a tu tía política, monja de clausura, un encanto de mujer que derrocha bienestar espiritual, afecto y sonrisas. Tiene sor una risa fácil, celestial, un dominio absoluto de la actualidad y un enfoque de los asuntos absolutamente razonable y razonado. No le falta para cada tema un comentario o una apostilla que te deje meditabundo acerca de nuestra habitualmente equivocada percepción de lo que se cuece dentro de un convento.

Cuando ingresó en las clarisas mi tía política lo hizo en la Universidad Laboral, donde tenían a su cargo la lavandería y la alimentación de los internos, tela marinera. En aquel escenario, donde hoy habita la TPA, se produjo una imagen que siempre me ha ‘trastornado’: al poco de nacer la esposa, sus padres fueron al convento para enseñar a la sobrina. Allí, en la Laboral, debían colocar al bebé en el torno, éste giraba y la futura esposa desaparecía como por arte de magia; quedaba en el lado de las monjas, que ‘adoraban al niñ@’ un rato y luego hacían la operación inversa. ¿Y si se hubiera estropeado el torno con el bebé a mitad de camino?, pensaba yo.

En Villaviciosa sigue habiendo torno, pero las visitas pasan a una habitación luminosa partida por un amplio enrejado. En ella cuenta nuestra querida monja cómo le ha ido a las tres hermanas que hace pocos meses viajaron a Veracruz (México) en busca de vocaciones, cómo eran tratadas con veneración por un pueblo creyente. “Aquí nos llaman cucarachas por la calle, allí nos rogaban que entráramos a sus casas”, ilustra entre sonrisas. De México se trajeron una nueva hermana, una nueva vocacion con la que intentarán perpetuar la vida del convento, actualmente en obras por unos viejos problemas de carcoma. Como vía de ayuda para sufragarla, el convento vende estos días unos calendarios de 2013 alegremente ilustrados por el pintor Gallinota y sufragados por una empresa maliaya. Los cinco euros que cuesta cada uno van íntegros a la causa, así que nos llevamos varios.

Antes de marchar pregunto por la Nochevieja. ¿Cómo es la Nochevieja en el convento? Al ser el último día de 2012, explica, es un día de meditación sobre el año que acaba, almuerzan a la una, cenan a las ocho y media y, en su caso, se reunirá con el resto de las hermanas al filo de la medianoche para vivir juntas las campanadas. Después quizás pongan una película. Si hay una buena en la tele, bien. Si no, tienen algunas de vídeo, así que podrían repetir cualquiera de ellas. Recuerda in extremis nuestra monja de clausura que les han regalado ‘Lo que el viento se llevó’, con lo que tiene muchas papeletas para ser la elegida. Le advierto que entonces les pueden dar las uvas bien dadas. Entre bromas y buenos deseos, nos despedimos de tita-mercedes-la-monjita, como la llamaba mi mujer de pequeña. Por un momento, apetece darse la vuelta y peguntarle ¿admiten paisanos? Pero miras a la esposa y decides sobre la marcha seguir, extramuros, en este mundanal ruido en el que hay tanto bien y tanto mal.

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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