Se abre el telón. Sale Maribel Verdú y dedica su Goya a los desahuciados por los bancos, la misma Maribel Verdú que ha hecho campaña para una financiera de créditos hipotecarios del Banco Santander en 2010. Se abre el telón. Sale Candela Peña y cuenta una historia para no dormir, Goya en mano, de su padre muriéndose en un hospital público a finales de 2011 en Cataluña sin mantas para taparlo ni agua para beber. Se abre el telón. Sale Eva Hache, cuenta un chiste y apetece echarse a llorar.
Los Goya, esa ceremonia que el bueno de Buenafuente elevó a los altares de la máxima calidad posible, dentro de nuestros márgenes hispanos, han vuelto por sus fueros. Tres mujeres (no quiero pecar de misógino, pero así fue) se encargaron de hundir la ceremonia en los infiernos de la estulticia. Parece buena causa la defendida por Maribel Verdú, pero hija, piénsatelo mejor. Si sabes que hace dos años estabas ‘vendiendo’ hipotecas abusivas para Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI), financiera asociada al Santander, tienes dos opciones: 1. No dedicar el premio a los desahuciados. 2. Anunciar públicamente un donativo para este sufrido colectivo nacional. Como no hiciste ninguna de las dos cosas, tus palabras suenan huecas, para la galería, vaya; hasta tal punto que ya han suscitado la crítica de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas. La coherencia, Maribel, brilla por su ausencia. Aunque la intención, cierto es, era aparentemente buena.
Si lo de Maribel tiene un pase, lo de Candela Peña, muy graciosa en sus papeles, es de juzgado de guardia. Parecía más una plañidera en un entierro que una actriz recogiendo un premio. ¿Se cree alguien que en un hospital público catalán no hay mantas ni agua? Y llegados al extemo de que no las hubiera por una coyuntura excepcional, ¿no tiene Candela Peña una manta de más en su casa y un euro diario para comprarle una litrona a su padre? El discurso de Candela también ha tenido respuesta. La del director del propio hospital San Lorenzo, de Viladecans, Jordi Monedero, quien asegura que tienen mantas y bebida para los enfermos. También constata que no consta ninguna reclamación de la actriz por escrito. ¿Se habrá equivocado Candela de país? De país, no sé; de escenario, sí sé.
La tercera pata del banco fue, un año más, la presentadora. Ella no tiene la culpa de que la contraten, pero un chiste de Eva Hache mientras pone cara de ‘fijaros qué chiste más bueno’ es una patada en el estómago del buen gusto, de la buena ironía, de la sutileza. El humorista debe ser serio en apariencia e ir soltando partos al descuido (Tip y Coll, Millán, Buenafuente, Wyoming…). Lo de esta mujer, sin embargo, es zafio, burdo, pobre; tan pobre como el año de Corbacho, que tiene tanta gracia como ella. O sea, cero. Y con estos mimbres, este cesto; el de unos premios sin un solo nominado extranjero de los premios gordos en la sala (¿les avisarán antes de que no pillaron cacho?) y unos discursos de agradecimiento anodinos salpicados por los mensajes políticos, totalmente fuera de lugar, de nuestros mesiánicos actores. ¿A quién dedicaría yo el Goya? Pues está clarísimo: A Fernando Goñi y Samantha Fox, que me estarán escuchando.
PD.-No hago sangre con la parejita que dio el Goya equivocado, aunque la cosa tiene tela.