Con perdón de los expertos y de la venerable Academia, ‘argo’ falla en ‘Argo’. Ser la mejor película del año debe tener un nivel de exigencia sobresaliente que, I’m sorry, no se cumple ni de lejos en este ejercicio de autocomplacencia yanquilona. ¿El problema? Pues, para un servidor, muy sencillo: la nula implicación del espectador (o sea, yo mismo) con el presunto gran objetivo de la trama: los seis ciudadanos norteamericanos que están ocultos/retenidos en la embajada canadiense de Teherán. Si cuando llega el presunto clímax de la película, la huida, apenas conoces a los que huyen, la implicación alcanza un nivel bajo o muy bajo, los nervios por si sale bien o mal son inexistentes; y el despegue final del avión es un viaje a la nada desde el punto de vista de la emoción; que es presuntamente lo que Ben Affleck nos quiere meter en el cuerpo.
Si ‘Argo’ empieza bien, con unos originales comics sobre la coyuntura de Irán, el ayatolá Jomeini y la indignación por el asilo político del Sha en EE UU; si desarrolla de forma aceptable el mundo CIA de la maquinación del rescate, naufraga terriblemente en la presención de los que deben ser rescatados, con quienes debería implicarse el espectador. Affleck, director y protagonista, da dos trazos de esos ciudadanos por los que arriesgará su vida y le pide al cámara, en su calidad de director, que centre la imagen en el protagonista, o sea él, hasta el punto de que uno no sabe muy bien si está viendo a este espigado yanquilón de 189 centímetros o al mismísimo Tom Cruise con esos eternos primeros planos característicos de todas sus películas.
Uno imagina el rodaje de ‘Campo y Playu come oricios en la Campa Torres’, la próxima megaproducción en ciernes de este semoviente que les escribe, y sentiría cierta vergüenza al decirle al cámara: oye chico, grábame mirando a Cimavilla, pero que no se vea nada más; mi chola y un pelín de mar cantábrico a lo sumo. Y luego, un oricio. Y después, de nuevo mi chola. No sé, eso se le permite a Clint Eastwood. Pero al bueno de Ben Affleck, no sé, no sé. Tantos primeros planos, tanta sencillez en el desarrollo de su planazo, tanto surrealismo en el aeropuerto de Teherán… que ni sientes ni padeces. Quizá hubiera estado mejor titulada: ‘Ben Affleck mira al infinito’ o ‘Affleck rescata a seis mientras come una hamburguesa’. Los yanquis hubieran picado igual. Ya tienen su historia heroica para oscarizar, con un tipo alto que camina sin darse un pijo de importancia entre miles de iraníes a los que acabas tomando por idiotas. Yo si fuera iraní me mosquearía y replicaría al mundo hollywood con un ‘Ahmadineyad en Nueva York’, donde su presidente rescata a 50 integristas saliendo del aeropuerto J.F.K. disfrazados de tunos.
pd.-Aunque ‘Argo’ está basada en hechos reales, en la realidad la embajada canadiense fue mucho más activa: compró los billetes de avión, incitó el plan y dio clases diarias de canadiense a los seis retenidos, hasta el punto que su escueto reflejo en el filme provocó mosqueos al preestrenarse en Toronto. Y en la realidad no hubo ni un solo incidente en el aeropuerto, donde se dramatiza el desenlace para gloria de Affleck y sus boys.