Sobredosis de estrellas anoche en la Universidad Laboral. Sobredosis de buena música, de buen humor, de mensaje solidario (el 50 aniversario de Medicus Mundi y la recaudación para un albergue destinado a mujeres maltratadas en Nicaragua) y de gusto del bueno. Ver a Miguel Ríos sobre el escenario treinta años después de aquel épico concierto de El Molinón… fue gusto tan del bueno que a un servidor, entrado en años y emociones, se le hizo un nudo de felicidad en la garganta. Pequeñito, avejentado (aunque estupendo para las 68 castañas que le cuelgan), retorcido como un diablillo, pero lleno de rock y de diversión. Miguel Ríos cantó un ‘Bienvenidos’ originalísimo, pausado, vibrante con la Orquesta de Cámara de Siero; cantó un ‘No estás sola’ acompañado por el Coro de Voces Blancas del Nalón, magistralmente dirigido por Óscar Allen; cantó un ‘Santa Lucía’ memorable y remató sus cuatro temas con un ‘Macki el Navaja’ para quitar el hipo. Verle, escucharle, meterte en su universo de viejo rockero, en su simpatía, en sus movimientos de diablillo por el escenario…. Fue el éxtasis más absoluto.
Pero antes había habido otros éxtasis. El mayor, musicalmente hablando, el protagonizado por un duelo entre saxo (Andreas Prittwitz) y violín (Joan Espina) dándole una genial aportacion jazzística a ‘La folía’ de Corelli. Una auténtica obra de arte. Como también fue arte la singular interpretación del ‘Pozo María Luisa’, en versión casi onomatopéyica, de los sonidos de la mina, acompañada de imágenes de la tragedia en la gran pantalla y rematada por un solo de gaita estremecedor y una pequeña colaboración del público, susurrando la melodía al dictado de ese director, creador y trasgresor director de la OCAS llamado Manuel Paz. Si a esto le sumamos cuatro temas de Víctor Manuel, con especial brillantez en su ‘Cuélebre’, un par de temas de las Voces Blancas del Nalón, la aportación del Coro de la Fundación Príncipe, el mambo de la Orquesta de Siero, la genial conducción de la gala de Sandra Ibarra y Toni Garrido y la irrupción de Pachi Poncela disfrazado de Ángel Merckel… Pues el cóctel solidario y musical fue total. Remataron la faena todos juntos con ese temazo llamado ‘Luna’, que sonó a pura delicia en boca de Miguel Ríos y Víctor Manuel. Y salimos todos al patio de la Laboral con una inmensa sonrisa dibujada en el rostro.
Al éxtasis musical de anoche, le aguardaban dos sorpresas más. La primera, encontrarte a la salida con Esther y Fernando, buenos amigos avilesinos con quienes nos recreamos en las sensaciones vividas. Y luego, qué mejor remate, con el propio Miguel Ríos, a quien no dudé en abrazar. “Miguel, nunca olvidaré aquel concierto que diste en El Molinón”. “Yo tampoco”, replicó. “Fue brutal. ¿Era el 82 o el 83?”. “El 83”, sentenció. Después tocó saludar a Víctor Manuel, siempre cercano. Y ver finalmente cómo los dos viejos rockeros, el granaíno y el asturiano, se iban juntos por la puerta grande de la Laboral.