¿Oís ese canto tan agitado? Es el chochín común. ¿Sabéis cuánto pesa? Nueve gramos. ¿Y sus costumbres? Es un pájaro territorial, muy esquivo, apenas te acercas ya se fue, y muy gritón. A unos metros, compite otro cántico; el del reyezuelo. ¡Cinco gramos! El chochín, polígamo, construye hasta cinco nidos de una tacada, anima a las hembras a tomar posesión y mantiene su harén cual jeque árabe, solo que en versión micro. Unos pasos adelante pasa el picapinos (pájaro carpintero), de quien el narrador cuenta una historia terrible: no sólo se come los huevos de aves menores, también se zampa a sus crías después de taladrar los nidos de madera construidos por el hombre. La urraca (pega) es otra ladrona consumada. Los gorriones viven siempre cerca de una casa. “Si se acabara la especie humana, creo que el gorrión sería el siguiente en morirse”. El petirrojo (raitán) canta todo el año. Quizá sea de los pocos que no lo hace sólo por el cortejo o la territorialidad, sino por el puro gusto de cantar. El mirlo (ñerbatu) con pico naranja es el macho y con pico más oscuro, la hembra. La corneja es igual que el cuervo, solo que de menor tamaño y con el pico curvado…
Esta maravillosa clase de ciencias naturales se desarrolló en el Jardín Botánico el pasado domingo por obra y gracia de Alipio González, miembro del Colectivo Ornitológico Carbayera del Tragamón. Anunciaban dos horas y acabó durando cuatro. Cuando un servidor tuvo que despedirse para ir al periódico en el ecuador de la visita, estrechó la mano del buen Alipio, le dio las gracias y empezó a madurar la idea de escribir unas líneas sobre este torrente de datos acerca de la fauna que puebla el Botánico, que el guía acompañó de datos sobre sus plantas, sus árboles y hasta de sus insectos. No llovió aquel día pese al cielo negro reinante. Pero el grupo ya lo sabía. “Las abejas están saliendo a por polen”, avisó otro parroquiano del Botánico. Al llegar al periódico se abrió un distendido debate. Mi titular ‘Las enseñanzas de Alipio’ (justo era el protagonismo) recibió la contrapropuesta informal de una ‘corriente cachonda’ de la sección orientada hacia el pájaro estrella de la mañana: ‘El chochín alegra el Botánico’ o ‘El chochín reina en el Botánico’. Eran dos opciones de peso para lograr un Trending Topic sin decir ninguna mentira. Pero, profesionalidad obliga, parecía más justo que reinase Alipio en el titular.
Con las bromas sobre el chochín se llegó al lunes en la redacción. El veterano periodista de guerra Andrés Presedo, también conocido por sus habilidades como rey mago, reprochó a quien escribe que hubiera salido al contraataque de su extraordinario reportaje del domingo anterior sobre los animales de cuatro patas del Jardín Botánico: nutrias, raposos, tejones, jinetas, comadrejas, grabados todos ellos por una cámara oculta frente a un comedero. El recorrido ornitológico había complementado a Presedo para dejar patente la riqueza de flora y fauna de nuestro maravilloso Botánico. De las enseñanzas de Alipio, me quedo con la orientación Sur/Este que debe darse a los nidos de madera que se colocan para el anidamiento; así como la imperiosa necesidad de que su agujero no rebase los dos centímetros de diámetro. Si es mayor, advirtió, no irán pues los pájaros menores saben que se les colará la urraca o el picapinos para devorar a su prole. La naturaleza es sabia. Palabra de Alipio.