En el reino de Agamenón | Campo y playu - Blogs elcomercio.es >

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Adrián Ausín

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En el reino de Agamenón

(Tragicomedia griega 9)

Allá por el siglo XIII adC el reino de Micenas alcanzó su esplendor con Agamenón. En la entretenida ‘Troya’ de Brad Pitt, Agamenón se solidariza con su hermano, Menelao, rey de Esparta, para ir contra los troyanos por el intolerable robo de su esposa, la bella Helena. Todos los reinados del Peloponeso hacen causa común contra Troya (situada en lo que hoy es la costa turca), a la que sitian durante diez años. En la película este asedio parece durar una semana y, por aquello de dar dramatismo al desenlace, Agamenón muere en las escenas finales, apuñalado por Briseida, la prima de Héctor y Paris, que previamente se había enrollado con Brad Pitt. Sin embargo, en ‘La Iliada’ de Homero esto no es así. Agamenón vuelve a Micenas, una vez arrasada Troya, y será allí donde halle la muerte. Según Homero, fue matado a traición por Egisto, quien no sólo había ocupado el poder en su ausencia sino también su lecho. Según los poetas trágicos, fue su esposa, Clitemnestra, quien acabó con él de tres certeros zurriagazos cuando se estaba dando un baño. Diez años habían constituido una espera demasiado larga (desde luego, estes muyeres…). Pero no acabó ahí la cosa. El hijo de ambos, Orestes, haría justicia matando tanto a la madre como al regente.

Este culebrón de la Edad del Bronce alumbra la curiosidad sobre la Antigua Micenas, situada en un promontorio en la ladera de un monte, desde donde se divisa, a lo lejos, el mar Egeo. A Micenas se llega cómodamente desde Nauplio, la primera capital de la historia griega, en coche de alquiler. El calor aprieta; la emoción también cuando divisas los restos de unas murallas con al menos 3.300 años de historia a sus espaldas. Como el nivel está alto, tras Paxi y Gerolimenas, Nauplio te parece agradable pero no te deslumbra. La noche anterior, tras llegar a la Pension Marianna, un precioso hotel situado en la parte más alta, con unas amplias vistas de esta pequeña city marinera, callejeaste un rato, alquilaste el coche para el día siguiente, solo 24 horas, y cenaste de nuevo como un auténtico Agamenón la musaka más deliciosa del viaje, acompañada de una crema de queso, unos pimientos asados, una jarra de resina y el consiguiente plato de sandía cortesía de la casa. Nauplio es perfecto para visitar Micenas, a 15 minutos en coche hacia la izquierda, y el teatro de Epidauro, a 30 minutos en coche hacia la derecha. Así que has pillado dos noches de hotel, en la penúltima escala de tu viaje griego.

En el día culturalmente más intenso de tus dieciocho días griegos irás por la mañana a Micenas y por la noche a Epidauro, donde te aguarda una obra de teatro en vivo. Pero son las diez de la mañana cuando te plantas ante la puerta de los leones de la Antigua Micenas, con el símbolo del reino de Agamenón esculpido en piedra, dos leones rampantes de tres metros de alto formando un triángulo, sobre las tres grandes moles pétreas que hacen de jambas y dintel tres milenios después de ser levantadas en este rincón del Peloponeso. La vista es impresionante. Pocas joyas arquitectónicas acumulan tanta historia (las pirámides de Egipto y poco más) como esta puerta que ha llegado maravillosamente bien conservada hasta el año 2013. Ahí es nada. Dos gijoneses contemplan ensimismados durante largo rato la que se considera la primera escultura monumental de Occidente imaginando a Agamenón entrando y saliendo por esa misma puerta que tú franqueas ahora. Una vez en casa del todopoderoso Agamenón te aguardan algunas sorpresas más, signos de lo avanzada de la civilización micénica, que comparte con la minoica (la de Creta, del palacio de Knosos, que visitaste diez años atrás) el habernos dado los primeros signos de escritura del hombre en la Historia que se conservan; una la lineal B micénica (del XVII al XII adC, descifrada) y otra la lineal A minoica (XVII al XV adC, no descrifada).

 

 

Pero junto a la escritura, en Micenas hay más avances espectaculares. Uno es la propia puerta de entrada con dintel. Otro, el acceso subterráneo a un aljibe para tener siempre agua natural aunque fueran sitiados. Las paredes de piedra se cierran contra el techo en forma de óvalo, un avance constructivo para la época. Los muros resultan también Sorprendentes. La zona funeraria es circular y fue en ella donde Schliemann descubrió en 1974 los magníficos tesoros que se exponen en el Museo Arqueológico de Atenas. “He encontrado la máscara de Agamenón”, telegrafió entonces, emocionado, cuando halló una pieza de oro que creyó del invasor de Troya. Más tarde se sabría que perteneció a un rey anterior, aunque ya se quedó con ese nombre. Una réplica de esta máscara y otras piezas menores pueden contemplarse en el museo situado a las faldas de la Antigua Micenas, donde comprarás un libro en un español macarrónico, con faltas de ortografía en todos los párrafos, pero con impresionantes fotos del lugar.

La sobredosis micénica se remata con la tumba de la pérfida Clitemnestra (aviso a navegantes: nun dejar a la muyer diez años suelta) y la de Atreo, padre de Agamenón, absolutamente espectacular, una inmensa cámara oculta por el monte construida con bloques de piedra cada vez más pequeños hasta formar un cono perfecto. Con la impresión por lo visto, toda desandar el camino, rebasar Nauplio y aparcar junto a una playa donde irás asimilando esta clase de Historia con mayúsculas que, unida al calor reinante, desplomó a una turista de repente a las mismas puertas del reino de Agamenón. Normal. Tú prefieres deslomarte sobre una hamaca en una playa de piedra fina con vistas al Egeo, al que contemplas mareado aún por la densidad de lo vivido. Pides unos microsandwiches con patatas y un café frapé para quitar lo gordo después de darte un baño. Te adormeces con Agamenón aporreado por su esposa después de diez años de batalla en Troya. Dejas un ojo semiabierto para tener vigilada a la esposa. ¿Acaso querrá hacerse con el Reino de Arroes aliada con algún rufián?

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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