Los frutos de la huerta | Campo y playu - Blogs elcomercio.es >

Blogs

Adrián Ausín

Campo y playu

Los frutos de la huerta

Allá por el mes de junio, cuando el invierno extendía sus tentáculos sobre el calendario y los franceses vaticinaban que no habría verano, comencé a escribir en este rincón un post titulado ‘El huerto de los cojones’. Disparaba en él contra mí mismo. Atacaba mis fracasos en ese cuadrilátero del prau donde cada primero de mayo inicio eso que tanta ilusión hace a los paisanos: la huerta. Tras rotovatear y dejar todas las plantinas preciosamente alineadas, la lluvia no cesó durante un largo mes. O dos. Y las consecuencias empezaron a notarse: de los doce tomates plantados murieron once, pese a estrenar este año un tendayu construido específicamente para ellos, los pepinos estaban atrofiados, los pimientos parecían incluso más pequeños que el primer día, los calabacines tampoco tiraban del carro; solo las lechugas ponían a mal tiempo buena cara. En esa situación, inicié un escrito vengativo contra mi propia huerta, cagándome literalmente en ella, en el curro que da y en la diosa natura. Pero cuando lo tenía prácticamente acabado, me supo mal esta descarga de furia y lo dejé dormir eternamente en la sección ‘Papelera’. Esto a un huerto no se le hace.

 

 

 

 

 

Así que tiré palante, como los de Alicante. Compré más variedades de tomate tras el fracaso de los de la Cooperativa. Fui a Octavio y pillé ‘sabrosón’. Fui a Runza, en Quintueles, y pillé ‘golosos’, además de unos cherris. Añadí unos cultivados in person. Y el tendayu empezó a revivir. Al final, un buen día salió el sol allá por julio. Parecía un espejismo, pero vino para quedarse. Julio fue el mes de las lechugas. Qué placer cortar una y llevarla a la mesa aliñada con un poco de cebolla. En agosto los calabacines empezaron a volverse locos. Salían como torpedos. Y como torpedos en rodajas se iban a la plancha. Los tomates fueron coloreando por parroquias. Los pepinos espabilaron. Los pimientos crecieron. Y en un rincón floreció perejil a lo bestia de las semillas caídas el año anterior. De ‘El huerto de los cojones’ malogrado se pasó a todo un ‘Esplendor en la huerta’. Había que darle tiempo.

 

 

 

 

 

 

A esta fase de recolección, hace unos días vinieron a sumarse los árboles. El 30 de agosto, adelantando la tradición, quedó embotellada la primera sidra dulce del año. En esos mismos días, también pasó al cristal vinagre de sidra que dejaba pasar el tiempo en botellas de plástico; las peras conferencia se convirtieron en peras al vino y llegó también el turno de las avellanas. Con todos estos ingredientes y un delicioso jamón adquirido por teléfono a Julián Becerro, las visitas al Alimerka y al Mercadona son casi testimoniales. La huerta da frutos en agradecimiento a ese post nunca publicado. No hay restos de botritis, de mildiu ni de babosas. Y de aquellos cagamentos de junio (“La naturaleza ofrece placeres y tormentos, sabrosos frutos y amargas derrotas. Todo depende del año, de las lluvias, de los sulfatos y de la madre que la parió”, empezaba) solo quedan dos meses soleados en la retina bañados hoy viernes en un agua fea y gris que le vendrá bien a esa selva formada a la sombra de un tendayu. Sea a su salud. 

 

Temas

Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


septiembre 2013
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30