Muere Luis Aragonés. No lo viste jugar. Dicen que era lento, pero con un toque prodigioso. Sí le viste quitar a España sus complejos y convertirla en la mejor selección de fútbol del mundo. Él inventó eso de jugar con ‘enanos’, algo que parecía inverosímil frente a países como Alemania o Italia. Pero resultó. Aquel centro del campo con Xavi, Iniesta, Silva y Senna hizo un fútbol prodigioso que, por cierto, no se ha vuelto a ver en aquella magnitud. Con Vicente Del Bosque, gran tipo, jugamos más contenidos. Aunque seguimos ganando.
Si ahora existe unanimidad sobre la sabiduría de Luis Aragonés y ese temperamento tan rotundo, tan divertido; es justo recordar que no la hubo siempre. Cuando, con un par, dejó de convocar a Raúl la prensa de Madrid lo crucificó y no perdía ocasión que intentar moverle la silla. Un dato concreto para la posteridad. Se jugaba el Dinamarca-España para clasificarnos para la Eurocopa 2008 y estaban lesionados tanto Villa como Torres. Luis convocó a Tamudo y lo puso de titular. Título de la prensa de Madrid: “España improvisa en un choque decisivo”. O sea, improvisar era poner a un tercero porque los titulares no podían. Patético. Así es la prensa deportiva. Patética. Hoy todos rendimos honores a Luis, pero hubo quien insistió en hacerle la cama porque se había olvidado de Raúl.
Muere Philip Seymour Hoffman. ¿El mejor actor del momento? Quizá sí. Cuando menos, uno de los mejores. Camaleónico, polivalente, el actor de las mil caras, se bastaba él solo para llenar la pantalla. Tanto cambiaba de un papel a otro que, al primer vistazo, igual ni lo reconocías. En la última, ‘El último concierto’, era violinista. Pero antes fue Capote. Y antes… Tenía tu edad, 46, cien películas por hacer que nunca veremos y una adicción: la heroína. Qué pena. Qué absurdo anticipo.
El sábado muere Luis Aragonés. El domingo muere Philip Seymour Hoffman. Es lunes. No sabes si levantarte de la cama. O esconderte hasta el martes. El Muro de San Lorenzo amaneció ayer destrozado. Esta tercera víctima tiene arreglo, aunque será lento y costoso. El mar le ha recordado al hombre su vulnerabilidad. El cáncer, la heroína y el mar. Uno se llevó a Luis Aragonés. Otra se llevó a Philip Seymour Hoffman. Y el último nos arañó hasta donde pudo nuestro Muro, dejándolo como una vieja desdentada. Por mucho que nos creamos, no somos nada. Pero a los que seguimos aquí no nos queda otra que reparar el Muro y poner velas a los ausentes. Disfrutar de las maravillosas películas de Hoffman y honrar a Luis Aragonés por hacernos grandes en el universo del fútbol. Cine, fútbol y playa. Una buena forma de bebernos la vida a grandes tragos.