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Adrián Ausín

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“Me ha defraudao”

En ‘Ocho apellidos vascos’ no falta la clásica broma acerca de la glotonería vascuense. En tu familia vasca no falta el gran ejemplo de que la realidad supera con creces a la ficción. Desde niño, el primo Sergio acostumbró a hacer una parada en el primero antes de llegar al quinto a la hora de comer. En el primero vivían los abuelos, que recibían siempre al nieto, gozosos, con un hermoso bocadillo a modo de tentempié. Sergio devoraba el bocadillo para ir haciendo fondo de armario en el estómago, subía al quinto ocultando el secreto de la ‘tapa’ y cuando su madre le preguntaba cuánto le servía la respuesta siempre era la misma: “Lo que se pueda”. Repetía primero, repetía segundo, repetía postre y no parecía levantarse de la mesa plenamente satisfecho; todo lo más ‘apaciguao’. En el hogar empezó a alimentarse el temor de que cualquier noche algún miembro de la familia podría despertarse mientras comenzaba a ser devorado por el hijo menor.

La voracidad de Sergio tenía un genio inspirador. Al abuelo materno, el que le daba los bocadillos secretamente, no se le resistían platos de doce huevos fritos y en la celebración de las bodas de plata de su hija (mi tía), este juntaletras pudo ver cómo un camarero se le acercaba con un plato de jamón recién cortado para que tomase una loncha y él, agradecido, le decía “gracias chaval” y cogía el plato entero. Esta política alimenticia no pareció sentarle mal, pues falleció nonagenario.

Volviendo al nieto, un buen día, siendo tú estudiante universitario en Bilbao, te topaste con la madre y el hijo en la calle. Iban a una pizzería a modo de celebración de su 14 cumpleaños. Venga, vente con nosotros. Aceptar aquella invitación te sirvió para contemplar todo un espectáculo. El primo se comió  primero un generoso plato de pasta. Luego pidió permiso a la madre para pedir otro, que devoró con frenesí. Pasó luego a un postre talla grande. Y cuando la cosa parecía rematada, llegó la última petición: ¿Puedo pedir otro? Venga pide otro, aunque vas a reventar. La elección tuvo sus bemoles: ‘Profiteroles’. Un gran copa de profiteroles bañados en un mar de chocolate. Sergio metió la cucharilla con decisión, comió uno detrás de otro sin parar, rebañó las paredes de la copa al mismo ritmo endiablado y al término de la última partícula de chocolate del vidrio emitió una sentencia para la posteridad: ‘Me ha defraudao’. Si no llega a ‘defraudarle’ igual mastica el cristal…

Las carcajadas de la madre y el primo traspasaron las paredes del italiano. Hoy, 26 años después, “me ha defraudao” es un clásico familiar. En las comidas, Sergio, que ya es padre y gasta un ilógico tipo fino, a veces remata una trepidante deglutición con un “me ha defraudao” en memoria de aquel cumpleaños en el italiano. ¿Quién da más?

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Gijón y otras hierbas

Sobre el autor

Adrián Ausín (Gijón, 1967) es periodista. Trabaja en el diario EL COMERCIO desde 1995. Antes, se inició en la profesión en Bilbao, Sevilla y Granada. En 2019 escribió para el Ateneo Jovellanos el catálogo 'Gijón Escultural'. Luego publicó la novela por entregas 'Cilurnigutatis Boulevard' en Amazon (2021). De la comedia pasó a la tragedia, sin anestesia, en la distopía 'El buen salvaje' (2022), donde denuncia los peligros para el hombre del abuso de las nuevas tecnologías. 'García' (2023) se pasa al costumbrismo con todos los ingredientes de la novela clásica, ambientada en el Gijón de 1979.


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