En la Finca Montesquerio, en mitad del baile, anuncian por megafonía: «En breves instantes aterrizará un avión privado procedente de Miami con una persona muy especial a bordo». Un grupo de estilizadas bailarinas (las amigas de la novia) se alinea en la pista preparado para la sorpresa y de entre ellas irrumpe Julio Iglesias. Así, de repente, en plena boda. Nuestro Julio, un híbrido entre el propio Iglesias y tu primo Gabriel (el novio), nos canta una canción, nos canta otra, entre el éxtasis de los invitados, y luego, viendo que hay pitanza gastronómica y de la otra, se queda. Al final, le coge el gusto al micrófono y los invitados maduran la idea de llamar a seguridad entre Sarandongas y Guantanameras. Pero bueno es el prota. Y hay que tragalo.
Casose el primo Gabriel, el de Caaarmen. Y lo hizo a lo grande en su querida Coruña. Exquisitos bocados al son de un maravilloso grupo llamado Smoke que iba tocando clásicos del rock a discreto volumen y fiestón tradicional en la pista de baile desmelenado con la sorprendente llegada del gran Julio. Antes, en la ceremonia civil, en la propia finca, con una decoración vegetal de lujo, el primo del primo pasa un sofocón en la más estricta intimidad. La tía Carmen te había sugerido la víspera que salieras a decir algo. Y tú, que no llevabas nada preparado, construiste un discurso mental con dos anécdotas de Gabriel y un remate final enlazándolas. Pero lo de hablar en público tiene tela. Así que llegas a la ceremonia con ciertos nervios ocultos en plena incertidumbre de si sí o si no procede. En cuanto ves la pompa de los invitados y del lugar te echas un poco atrás. Y en cuanto escuchas a la oficiante y a los cuatro intervinientes, amigos de él y de ella, en sentidos discursos donde solo faltan los violines, te dices: «Ni de coña». Así que cuando la oficiante pronuncia aquello de ¿algún valiente más quiere participar? tu corazón se arruga como una uva pasa.
Ahora, parapetado en la seguridad del hogar, hablarás, cobarde de ti. Por enésima vez ibas a contar aquella visita con el primo Gabriel a la carnicería del nuevo Riaño, donde El Rubio, hombre rudo y desinhibido, no dudó en preguntarnos eso que se pregunta en los pueblos, porque le sonábamos mucho, pero no nos centraba. Iba delante Gabriel y el Rubio le interpeló: «Pero tú, ¿de quien eres?». El primo respondió con su maravillosa entonación agallegada: «De Caaaaaaaarmen». Y el carnicero le espetó mientras doblaba un brazo amenazante hacia arriba: «¡Te pego una hooooostia!». Era su modo de decir, en el dialecto de la ruda montaña riañesa, conozco a tu madre y además la aprecio. ¿Pegaba contar esto en una boda después de tanto violín? La otra anécdota, con más encaje, era la de aquella subida al Gilbo que hicimos desde el viejo Riaño cuando Gabriel tenía 10 años y un servidor 14. A mitad de una dura escalada desde Bachende, en calidad de primo mayor, ofreciste a Gabriel llevar su mochila, te la dio sin dudar y al echarla a la espalda supiste por qué. Pesaba un quintal. Tú ibas sin nada y él llevaba igual 12 kilos de materiales. ¿Qué coño llevas aquí? El no respondía. Solo sonreía. Al coronar el Gilbo, después de ordeñar una cabra y beber su leche caliente a modo de gamberrada adolescente, el sufrido primo mayor abre la mochila de Gabriel y empieza a sacar cosas: un chubasquero (en pleno julio), un cuchillo de monte, una cantimplora, prismáticos… ¡Y un manual de supervivencia con tapas gordas de unas 500 páginas! El escorrimiento casi llegó hasta Riaño.
Contadas las dos anécdotas, procedía enlazarlas. Laura, con este evento patrocinado por Coca-Cola y Lago Empedrado Adventure, te llevas un tres por uno: al primo de Zumosol que vale para todo, un manual de supervivencia para toda tu vida y un antídoto contra el desasosiego. Cuando no te duermas, cuando no te sientas bien, siempre podrás preguntarle al marido de quién es y relajarte a continuación con un melodioso, cadencioso y gallegoso «de Caaaaaaarmen». ¿Hubiera estado bien o te hubieran corrido a boinazos? Mejor contarlo desde este parapeto digital y desear al querido primo y a su amada Laura que sean muy felices y que coman mollejas asgaya.