¿Cómo se le puede ganar al Madrid? ¿Jugando al ataque o todos atrás al contragolpe? “Corriendo más”. Esta conversación con el big broder a las puertas de El Molinón destapó la clave de lo que íbamos a ver en el flamante regreso a Primera. Ver al Madrid sobar la pelota fue una auténtica delicia. Parecía mantequilla el balón en los pies de Marcelo, Isco, Modric, Kross… Tres toques bien intencionados y estaban ya bordeando el área del Sporting, desde donde lanzaron 27 misiles a San Pichu Cuéllar, varios de ellos con aroma de gol. Pero el partido acabó en tablas gracias a un portero incomensurable y a diez jugadores/gladiadores que se dejaron la piel y el resto del cuerpo sobre el campo. Logró un punto el Sporting contra el Real Madrid porque creyó en sí mismo, en sus escasísimas posibilidades y corrió varios kilómetros más que los merengues.
Hubo dos claves importantes para restar potencial al Madrid. Una, ser la primera jornada de Liga, en la que el Madrid, plagado de internacionales, jamás está engrasado, debido a la incorporación tardía a la pretemporada de los internacionales. Dos, el caso Bale. No jugó mal el señor Bale, pero sí desubicado tras esa incomprensible decisión de Benítez de sacar de la banda a su hombre más veloz para no mover a Cristiano. En este lío entre estrellas nadie plantea lo más lógico, que es olvidarse del coste de Bale y colocarlo de defensa izquierda. Así de fácil. Pero mientras discuten opciones (anoche, en el estudio estadio ninguno de los cuatro tertulianos planteó esta obvia alternativa) nosotros nos fuimos a la cama con un punto que sabe a gloria bendita. Un punto de pasión, de fe, de cojones, dicho en román paladino.
Ver El Molinón a reventar fue una sensación de esas que te ponen la piel de gallina. Como el día del Éibar, en el ascenso de Preciado. Ver que ese once sufrido de Segunda también funciona en Primera, echado incluso más para alante, con dos delanteros de inicio no tiene precio. Ver que está Abelardo en el banquillo impartiendo cátedra es un lujo que debemos disfrutar muchos años seguidos. El gol anulado a Sanabria, ¿se lo habrían anulado al Madrid? Seguramente no, aunque debe reconocerse que el balón no rebasó entero la línea, mientras que en la jugada siguiente, quizá gracias a las dudas del árbitro por el tanto no concedido, hay un penalti de Sergio a Cristiano que no pita. En una jugada tonta, frente a tus narices y las del linier, Sergio Ramos tropieza solo y pierde la pelota, que se dispone a llevarse con peligro un jugador del Sporting. El linier indica falta del sportinguista, que estaba a cinco metros. Ese fue el sino del partido, un arbitraje favorable al Madrid en todas las jugadas dudosas. Sin embargo, el balance de las dos jugadas clave, al final, nos favoreció. Así debe reconocerse. Es la suerte de quien pelea de principio a fin. De quien cree. De quien suda más que el contrario. Tanta era tu euforia que en vez de Rachid hubieras metido a Carlos Castro para hacerle un siete al Madrid en el último suspiro. Pero, por una vez, hay que dar por bueno un empate; algo solo aceptable contra el Madrid y el Barça. Lo demás, al estilo Jémez, hay que salir a ganarlo todo. Con estos gladiadores la permanencia está asegurada.