Cuando Francis Ford Coppola aterrizó en Asturias las reverencias estaban de más. El cineasta italoamericano traía un bagaje incomensurable en su maleta: tres Padrinos, un Apocalipsis y un Conde Drácula; entre otros, elevados a la cima de la Historia del Cine con mayúsculas. Sin embargo, aquí, en esta tierra del ‘qué ye ho’ y del ‘vas decime tú a mí’ la parroquia no estaba en absoluto impresionada. Vamos enseñai a esti material para unes cuantes películes, se decía en los bares. Así fue como, una vez en Gijón, alejado de los oropeles capitalinos vetustianos, se organizó una gira para acabar de impresionar a tan distinguido director. El comité de recibimiento había pensado ya incluso los títulos; del contenido “ya se encargará él”, decidieron. Empezaron en El Humedal. Asómate Francis, mira qué llanura. Aquí puedes rodar ‘Solarón’. ¿Dónde mejor si no? Nun viste algo así ni en Arizona. En la Iglesiona, siguiente escala, con una impresionante vista en contrapicado del Cristo, el comité sugiere la posibilidad de un remake de King Kong, apuntando que el gorila y la chica podrían ser autóctonos. Un avieso sindicalista desliza los nombres de Francisco Álvarez-Cascos y Cristina Coto. Coppola alza una ceja, esboza una mueca y apunta algo en una libretilla. A unos pasos, la Escalerona hincha de orgullo patrio al comité local, que abre los brazos a izquierda y derecha para que el ilustre visitante tome nota de la amplitud de nuestra playa de San Lorenzo. Esto ni en San Francisco, ¿eh? Las opciones planteadas son múltiples. Desde un desembarco de la II Guerra Mundial hasta esa mítica escena de Tarita y Marlon Brando en ‘Rebelión a bordo’. O, simplemente, una historia de amor veraniega. En este punto, Coppola ha de apuntar, por no hacer un feo, los nombres de varias sobrinas de los miembros del comité, que quieren saltar a la fama sin salir de su propia ciudad.
Es hora de vermú. Y de comer. Tras unas sidras, meten al invitado entre pecho y espalda un cachopo de tres kilos. Esto, le explican, tien que inspirati para rodar ‘Cachopón’. La sobremesa tiene lugar en el bar Espicha de Isabel la Católica. Ahí explican a Francis lo que podría ser su proyecto estrella, al estilo ‘Tiburón’ o ‘Piraña’. ¿Por qué no seguir con ‘Nutria’?, le plantean tras relatar la sangría de víctimas ocasionada en los estanques por unas nutrias autóctonas en los últimos meses. Francis Ford Coppola empieza a darse cuenta de que Gijón es una mina; la nueva meca del cine. Pues por aquí, le abundan, pasó la mismísima Jessica Lange entre los veranos de 1970 y 1975 cuando estuvo casada con un ciudadano de Colunga, que está aquí al lado. No sabe si creérselo, pero ye verdá. Entre Colunga y Gijón (porque a Gijón tenía que venir Jessi aunque fuese a tomar unes parroches) se gestaron ‘King Kong’ y ‘El cartero siempre llama dos veces’, e incluso el ‘Cabo del Miedo’, inspirado en Cabo Peñes; también aquí al lado.
Según avanza la tarde, el laureado director de cine empieza a pensar que su grandeza nada alcanza en comparación con las potencialidades de esti Xixón del que tan poco había oído hablar. Leyó alguna alabanza de Woody Allen a Oviedo, pero de Gijón Gijón, na de na. Ahora empieza a calibrar la dimensión de tamaña injusticia. ‘King Kong’ tiene su váter en el cerro de Santa Catalina, su rascacielos en el Bankunión y su escena más tierna, en el Cristo de la Iglesiona, al que se le puede hacer subir con Jessica Lange, de nuevo, en un reencuentro amoroso que se rodaría en la vejez de ambos, 40 años después. Ideas, ideas, ideas. Francis Ford Coppola llega al Café Dindurra abrumado por las opciones que le plantea la ciudad cuando ve, en su decorado, el ambiente ideal para una cuarta parte del Padrino. El SOMA-FIA-UGT le pone todos los extras que necesite. Mafiosos como nunca ha visto; ni en Sicilia, oye. Una última sorpresa nocturna será el viaje a bordo de una lancha, con un potente foco en proa, avanzando por el río Piles desde La Camocha hasta el Tostaderu, entre malezas primero, luego atisbando grupos de casas, donde cree ver a Kurtz en una ventana; finalmente, ya en mar abierto, topándose con la gran muralla de El Musel. Aquí podría tener lugar la secuela de su monumental ‘Apocalipsis Now!’. Cuando está a media bahía, la irrupción del Helimer, combinada con los surferos de la playa, le hace rememorar el episodio musicado por ‘La cabalgata de las Walkirias’. Pero cuando la barca queda a merced del imponente muro del superpuerto le viene a la mente ‘El show de Truman’, cuando Jim Carrey descubre que está viviendo en un paraíso artificial. Y esti, Francis, ye natural.
Tal es el frenesí de ideas que la comisión decide parar. “Si le enseñamos les Termes esti rueda ‘Espartaco’ en el Campo Valdés”, dice un propio. “Anda que si conoz a Falo San Juan y Goñi puede hacenos ‘Zoolander”. “Y si conoz a Tini, ‘Ñocla’. Jajajaja. El invitado no pilla estas últimas insinuaciones. Le falta trabajo de campo. Pero, a diferencia de Woody Allen en Oviedo, Francis Ford Coppola anuncia que ha venido para quedarse. Compra unas naves en Roces, donde estrena a bombo y platillo los Pomarada Universal Studios. Y se pone a trabajar en mil proyectos. En unos meses, avanza, no será extraño toparse en la calle Corrida con las estrellas de Hollywood. En la ciudad están además mentalizados para bajarles los humos. No les harán ni caso. Qué se habrán creído. A ver qué rueden y luego veremos. La Meca del Cine, señores y señoras, se llama Gijón. Cojan sus palomitas. Esto no ha hecho más que empezar.