-No te pierdas ‘Spotlight’.
-Periodistas y curas pederastas, ¡ni de coña!
El consejo de Gabriel Menéndez (blog de cine Historias del Celuloide) en una apresurada conversación de ascensor es acertado. Pero para una persona que convive a diario con periodistas, pues forma parte del gremio, y tiene una documentada aversión a la Iglesia el argumento de esta película constituye una barrera difícil de sobrepasar. Sin embargo, por una serie de azares, el lunes, a las ocho menos cinco, estás sentado en los Yelmo delante de la pantalla. Falló un plan alternativo y, sobre la marcha, vas a encontrarte con tu destino laboral. Te sientes de alguna manera obligado a verla, pese al rechazo inicial. Al final cuando vas con estos recelos el buen sabor de boca final es doble. El factor sorpresa, en el cine y en todo, es un grandísimo aliado. Y ‘Spotlight’ es un peliculón en toda regla. Por sus excelentes actores, muchos secundarios; por el ritmo trepidante, por ir directa al grano, al corazón de la historia (sin dar la tabarra con imágenes del periodista en casa discutiendo con la muyer por lo poco que se ven); por la historia que describe; por dar publicidad al enésimo escándalo de la Iglesia y los numerosos pederastas que acoge en su ‘seno’; por describir con brillantez el día a día de un periódico, El Boston Globe, y por dejar en paños menores a una ‘institución’ tanto tiempo inmune a todo. Pues lo que cuenta fue absolutamente real.
Describe Gabriel a la perfección en Historias del Celuloide las virtudes de esta gran película, exenta por cierto de escenas morbosas entre curas y niños. Del periodismo, extraes todo su jugo. El gran valor de desenmascarar un abuso. El placer de la investigación a fondo de un tema. El rédito de las infinitas horas de trabajo extra. Eso está perfectamente reflejado y tiene correlación con algunas vivencias en EL COMERCIO (petromocho, 11-M, caso Renedo, Villa…), periódico que en sus 138 años de historia acumula un buen bagaje en estos menesteres. Queda patente por tanto el papel del periodismo como herramienta necesaria para sacar a la luz lo que está oculto por intereses inconfesables y, en este sentido, ‘Spotlight’ puede tomarse como un recordatorio para no olvidar nunca ese papel.
Luego está la Iglesia, una institución corrupta desde su mismo nacimiento, con un poder desmesurado y unas prebendas fuera de toda lógica, amparada exclusivamente en un papel intermediario entre la vida y la muerte que nadie le ha pedido y del que no tiene mayor conocimiento que el más ignorante de sus fieles. En este marco, con una historia salpicada por la mentira (concilio de Nicea), la tortura (inquisición), el abuso (de niños), la ostentación y la corrupción, resulta altamente satisfactorio ver en el cine, sin disfraces, un episodio tremendo como el sucedido en Massachusetts entre 1970 y 2000, aproximadamente, con más de 200 curas implicados en casos de pederastia con el pleno consentimiento de la ‘institución’, que los iba moviendo de una parroquia a otra en lugar de condenarlos al fuego eterno, como sería menester. Gran película. Viva el buen periodismo. Fuera la Iglesia católica y todas las demás. La fe (o la no fe) es personal e intrasferible.