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Los cazadores asturianos, preocupados por el lobo

Dos guardas cargan con un lobo muerto en una batida en la sierra del Cuera en 2006. / Fotografía: Nel Acebal

Dos guardas cargan con un lobo muerto en una batida en la sierra del Cuera en 2006. / Fotografía: Nel Acebal

Autor: Guillermo Fernández Buergo
El futuro de la gestión del lobo en Asturias mantiene en vilo ganaderos, ecologistas y también a los responsables de los cotos de caza. En campaña electoral y en las comparencias en la Junta General, los nuevos responsables regionales de Agroganadería manifestaron abiertamente su intención de declarar al cánido especie cinegética y esa afirmación mantiene alarmadas a las sociedades titulares de los cotos de caza porque temen verse abocadas a asumir el pago de los daños. Como primera consideración habrá que partir del hecho de que entre los miles de cazadores asturianos no llegarán al 1% los que manifiesten un mínimo interés por la caza del lobo y, mucho menos, pagar por ello. Además, participar en una cacería del lobo a rececho, y con un solo rifle, sería sinónimo de fracaso.
Entre cazadores, ecologistas, ganaderos y ciudadanos impera un gran desconocimiento sobre la situación del lobo. El principal problema para el cánido habría que entenderlo como inseparable del desconocimiento y el temor ancestral que existe en la sociedad hacia él. En la cultura occidental hay miles de leyendas negras sobre el lobo y hasta la Biblia lo describe como un animal asesino y sanguinario.
El lobo fue considerado en España especie cinegética hasta la aprobación de la Ley de Caza de 1970. Y no sólo eso, sino que hasta esa fecha se le valoraba como alimaña, igual que al lince, la nutria, el gato montés, la marta y la garduña. La suerte del cánido cambió de forma radical con esa norma y posteriormente con el Convenio de Berna de 18 de septiembre de 1979: una disposición europea que garantiza la conservación de la vida y el medio natural en Europa mediante la cooperación entre estados.
Ahora bien, el convenio ofrece fisuras porque desde su aprobación el lobo goza de estricta protección en la Unión Europea con dos excepciones: en España, al Norte del río Duero, y en Grecia, en la región situada al Norte del paralelo 39. Y, además, España ratificó el Convenio de Berna en 1986 introduciendo la reserva para el lobo, el estornino negro, el lagarto ocelado, la víbora y los fringílidos: el jilguero y el verderón, entre otros.
La gestión del lobo en Asturias corresponde al Gobierno del Principado y lo vino haciendo a través del Plan de Gestión del Lobo, de diciembre de 2002, que nunca se ha revisado. Esa ley lo que pretende es armoizar el importante papel del cánido en los ecosistemas naturales y la conflictividad social que generan los daños producidos en la cabaña ganadera.
ESPAÑA- ZOO-LOBOS Lo cierto es que se habla mucho del lobo, desde diversos prismas, pero nadie se atreve a resolver el problema atendiendo a todas las partes en conflicto. Es posible que la razón haya estado siempre al lado del genial Leonardo da Vinci, quien hace más de 500 años ya había sentenciado que “llegará el día en que los hombres como yo verán el asesinato de un animal como ahora ven el de un hombre”.
Como consideraciones personales me queda por añadir que no conozco a ningún cazador en Asturias, y conozco a muchos, que tenga interés en matar un lobo por placer venatorio. Tengo amigos ganaderos a los que el lobo ha dejado al borde de la ruina con pérdidas de cabezas de ganado que ninguna Administración les ha abonado, a pesar de habérselo prometido. Y resulta evidente que en España, a tenor de la letra del Convenio de Berna, se pueden matar lobos desde el Norte del Duero hasta el Cantábrico, y también en el resto del país cuando para ello exista una autorización administrativa. Y ello es así porque España no ratificó el Convenio de Berna en lo que hace relación al lobo.

Caza en Asturias es un Blog de El Comercio

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