La gran sequía de las primeras jornadas de caza dificulta el trabajo de los perros, que no dan juego efectivo para más de dos horas. :: G. F.
Sin ser malo, el inicio de la temporada de caza mayor despierta inquietud y preocupación entre los cazadores. Sobre todo en los conductores de la jauría. Y es que en las dos primeras jornadas de esta campaña se llevan abatidos 140 jabalíes, frente a los 193 de la temporada anterior por esas mismas fechas. Se mire por donde se mire, faltan 53 jabalíes, lo que significa un descenso superior al 27% en las capturas. Los datos del coto de Llanes son bastante elocuentes: En las dos primeras jornadas se llevan apiolados 28 verracos frente a los 49 de la pasada campaña y ya han regresado del monte tres cuadrillas sin tocar pelo, las mismas que en los seis meses de la temporada anterior. Y en los prolíficos espacios de Piloña doce monterías finalizaron sin que los cazadores tuvieran nada que echarse al morral. En Peñamellera Baja se pasó de nueve macarenos capturados a sólo dos este año.
¿Cuál es la causa o los motivos de ese alto descenso en las capturas? Dos guardas de los cotos de la zona: Carlos Callejón, de Ribadesella, y Sergio Simón, de Onís, insisten en que «hay caza en el monte y se desencama a los jabalíes pero estos se mueven muy protegidos por la maleza». Callejón opina que el resultado de las cacerías es «impredecible por la gran sequía» y a esa circunstancia habría que sumar «la incertidumbre que genera la posible ubicación de los jabalíes, sin saber si van a preferir encamar en zonas altas o bajas, en valles o en riegas». Simón añade una circunstancia hasta ahora poco frecuente: «Los jabalíes se vuelven a encamar a 300 metros del lugar donde los levantaron. No rompen a los puestos porque los perros están agotados por el calor y en el caso de que los jabalíes arranquen, los cazadores fallan en los disparos porque la abundante maleza les deja muy poco tiempo para apuntar con garantía».
Los monteros Manolín García, a la izquierda, y Chivi, con jabalí y dos grifones Azul de Gascuña. :: G. F.
El montero llanisco Manolín García, uno de los más afamados de la comarca, que en la actualidad cuenta con una jauría de once canes punteros de la raza grifón Azul de Gascuña, sitúa la escasez de capturas en que «hay menos jabalí que en temporadas anteriores. En los últimos cinco años se cobraron más de 10.000 piezas en los montes de la comarca y eso tenía que llegar a notarse algún día». Además, «los jabalíes conocen mejor el medio en el que viven, están más querenciados y para desencamarlos hay que meter mucha más presión con los perros. Esperan mucho más para arrancar y rompen después de dos horas dando vueltas por la maleza, sin dejarse ver en ningún momento». Y en cuanto al calor africano de días pasados, sentencia García que «afecta mucho a los perros, lo pasan muy mal, y si en diciembre mantienen el tipo durante seis horas ahora son muy pocos los que aguantan un par de horas». Eso sí, no cree que se pueda echar la culpa del fracaso a la maleza porque «es la misma que había el año pasado por estas fechas».
Habrá que estar atentos a la evolución de las monterías en las próximas fechas. Pero desde tiempo inmemorial se habló de cuatro factores que hacen muy poco productivas las primeras cacerías del año: La impenetrable maleza tras la bonanza del estío; las elevadas temperaturas de septiembre; la falta de entrenamiento de la jauría y la presencia de jabalíes de escaso tamaño, rayones o bermejos, que vuelven locos a los canes.