En los dos primeros meses de la temporada se llevan cobrados 619 macarenos. El coto de Llanes, con 144 navajeros pasaportados, es hasta el momento el más fructífero, seguido de La Parraguesa.
Ya se pueden adelantar los datos de la caza en la comarca durante los dos primeros meses de actividad. Desde el día 1 de septiembre hasta el 27 de octubre se llevan abatidas 674 piezas: 619 jabalíes, 33 venados, diez gamos, nueve corzos y tres rebecos. Las cifras son similares a las de la campaña anterior, tal vez ligeramente a la baja. El jabalí sigue siendo abundante y se sitúa en el primer objeto del deseo entre los discípulos de San Huberto.
El concejo de Llanes, con 144 navajeros pasaportados, sigue siendo la máquina que tira de la actividad en los primeros compases de la temporada y luego acabará perdiendo la supremacía en favor de Parres y Cangas de Onís, territorios que prolongan la caza hasta finales de febrero, una vez que los llaniscos han enfundado las armas en la última semana de enero. En Llanes, ya resulta habitual tropezarse con el suido a orillas del Cantábrico y una buena medida de los gestores del coto fue la de haber bajado el cupo de capturas a tres verracos por cacería.
En el coto de La Parraguesa, territorio que engloba las tierras de los concejos de Parres y Cangas de Onís, se llevan abatidos 100 cerdos salvajes. Las cifras son sensiblemente inferiores a otras temporadas porque hay dificultades para cazar en La Toya, Sinariega, Fondrigones, el Aspru y Cetín, al no estar perfectamente adjudicados los lotes pertenecientes al municipio de Parres.
Piloña, con 81 macarenos apiolados, es el territorio que más nota el descenso en las capturas. Se bajó drásticamente el cupo de ejemplares a abatir por cacería y se redujo considerablemente el número de cuadrillas. Cada año hay menos cazadores y los que quedan necesitan realizar un elevado número de disparos para ser efectivos.
Colunga, con 67 marranos pasaportados; Cabrales, con 55 gorrinos cobrados, y Peñamellera Alta, con 34 verracos apiolados, superan sus cifras por esta época en anteriores temporadas.
¿Qué opinan los cazadores sobre las expectativas de la actual campaña? En Ribadesella sostienen que «las perspectivas son buenísimas. Hay caza en todos los lotes». En Amieva opinan que «se levantan jabalíes en todas las cacerías pero fallan las escopetas más de la cuenta». En Peñamellera Baja dicen que «está muy flojo y estamos pagando los abusos de los años anteriores». En Peñamellera Alta afirman que «mejoró mucho el lote de Rubó. De cara al futuro habría que aumentar el cupo a tres jabalíes por cacería y reducir el número de batidas». En Onís avisan de que «los que fallan son los cazadores a la hora de disparar».
La caza es una actividad social y en ella toma parte un grupo humano que tiende a unirse de forma natural para un fin concreto y ancestral: cobrar la pieza. Una de las características más acusadas del colectivo es la solidaridad, el trato fraternal. Algo que está sintiendo en sus carnes Ángel Martínez Traviesa, veterano cazador del concejo de Onís.
A primeros de agosto, le tocó vivir a Ángel el fatídico trance del fallecimiento de su hijo José Ángel, de 39 años. Se resistía a regresar a la actividad cinegética y son sus propios compañeros de partida los que tiran del carro para hacerle la vida más llevadera. En la presente campaña ha vuelto a sonreír tras tumbar dos verracos en Maliciegu y uno en La Cuestona.