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El más pequeño cérvido europeo

La caza del corzo a rececho desata pasiones entre miles de cazadores. Para el aguardo habría que acompañarse de «trípode, prismáticos, medidor de distancias, rifle de cerrojo y una mira de gran luminosidad».

Los mejores momentos para practicar la caza del corzo en la modalidad de rececho son los del amanecer y el crepúsculo.

Los mejores momentos para practicar la caza del corzo en la modalidad de rececho son los del amanecer y el crepúsculo.

El corzo es el más pequeño de los cérvidos europeos y habita en bosques ricos en follaje y con abundante agua. Coloniza toda Europa, desde las costas mediterráneas hasta Suecia, y en sus salidas al claro se muestra rutinario: Se presenta a la misma hora y acostumbra a llevar una hembra como guía. Está dotado de olfato y oído muy desarrollados y de una visión limitada. Y a pesar de medir solo 80 centímetros de altura y pesar entre 25 y 30 kilos, desata la pasión de miles de cazadores españoles que practican la modalidad de rececho. Del ciervo se aprecia su majestuosidad; del jabalí la fuerza bruta, y del corzo se valora su gracia natural y agilidad. Sus largas y finas patas le permiten dar saltos de dos metros de altura y hasta ocho de longitud.

El corzo es muy abundante en toda la cornisa cantábrica y su caza en la modalidad de rececho es asequible a casi todos los bolsillos. Y más en época de crisis, como sucede en los tiempos actuales. Cinco años atrás, el precio del aguardo se disparaba hasta 900 euros y en la actualidad anda por 500.

Para el cazador, el objetivo del rececho es hacerse con la mejor cornamenta posible. Ese pretendido trofeo alcanza en el corzo su máximo desarrollo a los cinco años y las cifras de récord disparan la cornamenta hasta 35 centímetros de altura y 570 gramos de peso.
Pero no resulta sencillo abatir un corzo. El macho alza la cabeza, se mueve continuamente y mantiene erguidas las orejas. Los mejores momentos para el lance final son el amanecer y el crepúsculo. Por la mañana hay que estar en el bosque antes de que despunte el alba. Y al oscurecer es necesario tener paciencia y aguantar en el sitio de la querencia. Aunque, dependiendo de la escasa presión cinegética en un determinado territorio, se puede encontrar al corzo pastando al mediodía.

La cornamenta puede medir 35 centímetros y pesar 570 gramos.

La cornamenta puede medir 35 centímetros y pesar 570 gramos.

El llanisco Vicente Buj Ampudia es uno de los grandes expertos nacionales en la caza del corzo a rececho. Lo sabe todo sobre el pequeño cérvido. Y como elementos indispensables para practicar esa modalidad de caza señala que es necesario acompañarse de «un trípode para apoyar el arma, prismáticos de gran luminosidad, medidor de distancia, rifle de cerrojo, mira con retícula iluminada y mucha paciencia». Buj Ampudia define al corzo como «el duende del bosque» ya que aparece y desaparece de la forma más inexplicable.

En relación a decantarse por un rifle de cerrojo, sostiene el cazador llanisco que «difícilmente hay posibilidades de realizar un segundo disparo y el de cerrojo, así como el de monotiro, ofrecen mayor seguridad y son tradicionales». Respecto al medidor de distancia opina que «ayuda a calcular la adecuación del arma a la hora de apuntar y disparar». Y de la mira telescópica asegura que debe contar con «retícula iluminada para las horas crepusculares y una apertura de campana de entre 50 y 56 milímetros».

Hasta hace 30 años los cazadores de la comarca practicaban exclusivamente la caza del corzo en batida. Eran cacerías entretenidas y gozaron de gran tradición, pero ante la abundancia de jabalíes a los monteros no les gusta meter al corzo perros especializados en navajeros.

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