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Miguel Mingotes

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Al campo con Juan Carlos García

Perdió España, perdió el uruguay, ¿no va perder el Sporting?

Volvemos en agosto

Carlos nació en Montevideo, en 1957, y vino con once años en un barcu que… «¿cómo se llamaba?, ¿acuérdeste?».

–Sí, el ‘Augustus’: Montevideo, Santos, Río, Oporto, Barcelona… En Barcelona estaba esperándonos mi tíu Pipi, que jugó en el Sporting cuando acabó la guerra.

Para mí, el Uruguay es Alfredo Zitarrosa: ‘En mi barrio vive el presidente…’.

–Mujica…

–¡Presente!

–Oye, cuando llegaste, ¿hablabes como por allá?

–Sí, claro. Fue un choque en la manera de hablar, en lo distinto que era la escuela: religión, historia de España, Zumalacárregui…, ¿qué podía saber yo de Zumalacárregui?

–¡Joder, del Osasuna! –Carlos se ríe.

–¿Ya te hiciste a esto?

–Sí, haz tiempu. Pero recuerdo aquello.

A veces, cuando baja la marea aquí, pienso si subirá allí.

–Oye, cuando yo era pequeñu, el Uruguay tenía un porteru muy buenu…

–Mazurkiewicz. A Mazurkiewicz vilu yo un día con mi padre en un taller.

¡Qué suerte! Yo nunca vi a Íribar. A mi padre, sí; en casa, en el taller… Mi padre y el de Carlos eren chapistas.

Carlos tuvo otra suerte; se llama Rosa: ‘Sales en libros / de flores’.

Rosa dice que «en este campo, ¿eh?, hacía yo un huerto de mil demonios», cosa que, antes de la llegada de Abelardo, la afición hubiese preferido: entre Sandoval y unes lechugues, sin duda, unes lechugues.

Pienso en lo que hubiese producido el Molinón desde 1905: patates, arvejos, perejil… Imagino los letrerinos en les tiendes: ‘Tomates del Molinón’, tanto; ‘Fabes del mandilín’… ¡Vah!

Hoy no voy por el Muro, voy por Somió, ‘país deliciosísimo’, que decía Jovellanos. En su época no había fútbol; Jovellanos jugaba al ‘volante’, o sea, al bádminton. Qué coses; así se llamaba el barcu en el que fue a morir a Puerto de Vega: ‘Volante’.

El Sporting sale con dos volantes, cuatro defensas y cuatro delanteros. Bueno, y el porteru, pero del porteru mejor no hablamos; no está el país para hablar de los porteros.

La gente canta ‘Gijón del alma’, y hoy, a mí, hasta me parez guapa. Rosa dice que es impresionante, que parece el Mundial.

El Sporting sale con mucha intensidad, pero el primer tiempo queda en un balón a la escuadra y un fragor de ¡Sporting, Sporting!

En el descanso, todos comen pipas menos Alejo (cinco añinos), que come jumpes.

–Alejo, ¿ganará el Sporting? – Con la boca llena de jumpes, dice:

–Empata.

Una señora grita «¡Venga, Yoni!», y parez que estamos en el cine.

El Sporting ataca, balón al larguero, ¡uy!

Pero el tiempo pasa; seis, cuatro, uno, cero: gol del Las Palmas.

Se acabó.

Un jugador llora. La afición aplaude. Alejo…, Alejo marchó.

Al volver por el Parque, patinos en el estanque. Serán mayores cuando suba el Sporting. ¡Cuá!

Por Miguel Mingotes

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junio 2014
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