Guillermo Ibaseta Díaz (Gijón, 1955). Médico y ortodoncista.
AZUL ES EL COLOR DEL CIELO
La tarde está azul. Como canta Conte, Paolo (Italia, 1937), ‘azzurro (azul), il pomeriggio (la tarde) è troppo azzurro (está muy azul)’.
-Guapu el campu con esti cielo, ¿eh?
-Está muy bien–dice Ibaseta-: buena luz, buena temperatura…
Ibaseta sonríe. Un puntu que sonríe ya son dos puntos: Williermo Ibaseta, two points; Guillegmo Ibaseta, deux points.
Ibaseta es dentista. Él dice que es médico y ortodoncista, pero yo, cuando voy, digo que voy al dentista. Él habla con propiedad; yo, con les manos en bolsu.
-Oye, podríamos llegar a un acuerdo con una palabra…
-¿Cuál?
-Ortodentista.
-Bueno –Ibaseta se ríe-, en Méjico y en otros países americanos lo dicen así.
-Guillermo, ¿por qué ye tan caro ir al dentista?
-… (Suena el himno.)
-Oye, que por qué ye tan caro ir al dentista…
-Al dentista no sé, ahora, al ortodoncista… es dinero, sí, pero es un tratamiento largo y costoso, y el resultado merece la pena y es duradero.
-¿Y el chicle es bueno?
-Ese que compraste, sí; tiene sorbitol en vez de azúcar.
-Ajá. ¿Sorbitol, eh?
-Sí, sorbitol.
Hago una pompa de sorbitol:
-¡Plof!
A los cinco minutos, la boca del pueblo, sucia y desdentada, y hoy con más dientes porque hay más gente, expresa el sentir general:
-¡¡Di-rec-tiva, di-mi-sión!! ¡¡Di-rec-tiva, di-mi-sión!!
-Esa boca no tien arreglu –pienso en voz alta.
-¿Qué boca? –pregunta el ortodentista.
-¡¡Di-rec-tiva, di-mi-sión!!
-Esa.
-¡Ah!, ya. Hombre…, se podría mirar, eh –dice y sonríe, sonrío, sonreímos.
Casi de seguido, esa misma boca se revuelve y muerde como un demonio:
-¡¡Fulano, cabrón, sal del Molinón!! ¡¡Fulano…!!
-Eso ya no me gusta.
-A mí tampoco –dice, y no sonríe, no sonrío, no sonreímos.
Un jugador escupe:
-Oye, ¿la saliva es desinfectante?
-Sí, pero no basta. Hay que lavar los dientes al menos por la noche.
El primer tiempo es muy intenso, no hay tiempo para nada: griterío, tensión, una ocasión de Muñiz, un paradón de Alberto… En el descanso, sí; en el descanso hay tiempo para sacar el chicle:
-¿Sorbitol, tío?
-No; todavía tengo.
Sobre las ocho y veinte, sucede algo insólito: penalti a favor, y gol. El doctor Ibaseta grita gol como la boca del pueblo, como yo, con chicle y todo:
-¡¡Gol!! ¡¡Gol!! ¡¡Gol!!
Pero poco más allá empata el Las Palmas, entra la niebla y termina el partido.
Se acabó. El Sporting sigue sumando; como cantaba Iva Zanichi (Italia, 1940), ‘dove arriverà (adónde llegará), questo non si sa (esto no se sabe)’.
Guillermo, un abrazo.