Hace poco más de un año conocimos a “Luna” a través de los distintos medios de comunicación. Aparecía en las fotos herida y triste. Había sido arrastrada durante dos kilómetros por el asfalto de la carretera atada al coche de su propietario como castigo por haber vomitado dentro del maletero del vehículo. Las consecuencias de semejante hecho se mostraban en su cuerpo claramente: tenía quemado el cuarenta por ciento y arrancada la piel en diversas partes. Las reacciones no se hicieron esperar. Fueron muchas las personas que se interesaron por Luna, muchas las que pidieron adoptarla y muchas más las que mostraron su más intenso rechazo ante una situación de maltrato semejante.
El castigo de Luna por vomitar en el coche había sido desmedido hasta el absurdo. Quedaba por saber si también su propietario iba a tener su castigo. La respuesta ha tardado un año en llegar y ha sido en forma de sentencia. Y es que maltratar un animal doméstico con ensañamiento y de forma injustificada hasta el punto de causarle la muerte o provocarle lesiones que le produzca un grave menoscabo físico es un delito previsto en el artículo 337 de nuestro Código Penal al que le corresponde una pena de prisión que puede ir de tres meses a un año e inhabilitación especial de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales.
En este caso, al propietario de Luna un juzgado de lo penal de Oviedo le ha condenado a seis meses de prisión y un año de inhabilitación. Claro que, como no tiene antecedentes penales, no tendrá que pasar por prisión, esta vez. La pena de prisión ha sido sustituida por una multa de 1.080 euros. Quizás escaso castigo y desproporcionado con el que él, por mucho menos, le infligió a Luna. De cualquier modo nosotras queremos sacar una lectura positiva de todo este asunto: Luna ha conseguido una nueva familia que la cuida y el delito de maltrato de animales domésticos, al que sin duda se le pueden hacer muchas críticas, al menos, se aplica. Ahora, si alguien piensa en maltratar un animal doméstico debe pensar antes que puede estar cometiendo un delito. La función de los demás es, obviamente, denunciarlo.