Estos últimos días ha sido completamente imposible sustraerse a la situación generada a partir del caso de Belén Esteban y su hija. El fenónemo social y mediático que supone la colaboradora televisiva no ha hecho más que acrecentarse al sumar la sensibilidad que producen las lágrimas de una madre que lucha por su hija en una situación familiar cuando menos complicada. Tanto los defensores como los detractores, su cadena como el resto, han promocionado y sobredimensionado una situación que les ha procurado importantes cuotas en la lucha por la audiencia. Y, de paso, se ha puesto sobre la mesa de nuevo la situación de los menores en nuestro país como excusa y confundiendo los términos.
El debate sobre si la denominada Ley del Menor debe ser o no reformada es antiguo. No surge con el asunto de Belén Esteban. Además el caso Esteban nada tiene que ver con esta ley que realmente regula la responsabilidad penal de los menores entre los catorce y los dieciocho años.
Son dos, por tanto, las líneas de discusión que se han abierto y que, a pesar de ser distintas, se confunden continuamente en los medios de comunicación y no sólo en los programas del corazón sino también en los medios serios que, por algo, la noticia de la actuación del Defensor del Menor en caso de Belén fue portada en todos los medios denominados “serios”. Por un lado, tenemos la discusión sobre la protección del honor, la intimidad y la propia imagen de los menores, especialmente los hijos de las personas famosas. Desde luego, no se entiende que el mismo Defensor del Menor que actúa contra Belén salga en la televisión para explicar el caso, ni tampoco que se abra ese caso y no otros muchos en los que se mercadea con los niños. Y no sólo la utilización de los niños es patrimonio de los famosos. En muchos divorcios de personas anónimas los hijos menores se utilizan como moneda de cambio.
Por otro lado, se encuentra el tema del aumento de la violencia y la delincuencia entre los menores. Son muchos ya los casos que ilustran con ejemplos esta realidad además del incremento de actitudes agresivas contra padres, profesores…
Quizás el único punto en común sea preguntarse si tenemos en España normas de protección y de corrección suficientes en materia de menores. La respuesta es que sí las tenemos. ¿Necesitan entonces una reforma, al menos, en materia penal, para endurecer las penas? Es posible. Pero también se necesita atajar las causas que provocan estas situaciones. El entorno familiar y social, la educación y la estabilidad, son piezas claves con las que deben contar todos los menores: los hijos de famosos y los hijos de padres anónimos que pueden llegar a tener problemas igualmente importantes.
La prevención, la educación y la imposición de correcciones tomando en consideración que estos menores están en pleno proceso evolutivo deben ser las claves sobre las que se asiente cualquier legislación sobre la materia.