Manuel nos indica que en el garaje en que guarda su vehículo existen 25 plazas pertenecientes al mismo dueño y arrendadas mediante contratos verbales. Este local presenta problemas de suciedad, falta de iluminación e inundaciones cuando llueve. A pesar de esto el dueño se niega a realizar arreglos y quiere incrementar el alquiler por encima del IPC. Nos pregunta qué pueden hacer.
Como ya indicamos en consultorios anteriores, entendemos que el arrendamiento de una plaza de garaje que no tiene vinculación con una vivienda ha de considerarse como un arrendamiento para uso distinto del de vivienda habitual y, obviamente, cuenta con su particular regulación. El hecho de que el contrato sea verbal no es ilegal, pero no es la opción más recomendable.
En este tipo de contratos la voluntad de las partes recogida en el contrato prevalece sobre algunas de las cuestiones previstas en la ley, que solo se aplicarán a falta de acuerdo. Puesto que el contrato es verbal será difícil demostrar los acuerdos a los que pueden haber llegado ambas partes, de modo que a menos que se acredite lo contrario aplicaremos la regulación legal y ello implica que el propietario está obligado a realizar las reparaciones necesarias para mantener el garaje en condiciones de servir al uso convenido y que no puede subir la renta a su antojo durante la duración del contrato. Ahora bien, también hay que considerar la duración pactada, puesto que el propietario puede decidir finalizar el contrato cuando corresponda, imponiendo unas nuevas condiciones desde entonces.
Puesto que son 25 arrendatarios y todos se encuentran en la misma situación el mejor consejo es actuar de forma conjunta, nombrando uno o varios representantes que negocien en nombre de todos e intenten llegar a un acuerdo a fin de que se formalicen por escrito los contratos, se realice el mantenimiento necesario y se decida la forma en que se actualizará la renta. Si no se logra un acuerdo habría que valorar la interposición de una demanda judicial.