Hay pocas personas que puedan declarar con rotundidad que no tienen en absoluto miedo a la muerte. La consecuencia de ese temor que, de una forma más o menos intensa, se encuentra en casi todos los demás, es la necesidad de rehuir cualquier tema que guarde relación o que haga pensar en una cuestión que resulta cuando menos desagradable.
Sin embargo, éste no puede ser nuestro consejo. Y no puede serlo porque cuando una persona fallece se generan una serie de consecuencias jurídicas a las que de forma necesaria han de hacer frente las personas más cercanas. Dejar mínimamente organizadas todas esas cuestiones puede facilitar mucho la difícil tarea que les queda a los herederos.
El primer paso, sin duda, es plantearse hacer testamento. No debemos relacionar la idea de otorgar testamento únicamente con la de repartir nuestros bienes entre nuestros herederos, aunque esencialmente sirva para esto. En un testamento se pueden incluir otras muchas cuestiones pero además hacer testamento significa simplificar los trámites que han de hacer después esos herederos. Sin testamento, es necesario que realicen la denominada declaración de herederos que, de ser hijos o cónyuge, podrá hacerse ante Notario por cualquiera de ellos con la aportación de cierta documentación pero, de ser otros familiares, deberá efectuarse judicialmente. A este argumento puede unirse otro más, de corte meramente económico, hacer testamento conlleva un coste menor que hacer después una declaración de herederos.
Pero hay más cuestiones que podemos plantear y planificar para un futuro. Cada vez se hacen más testamentos vitales que constituyen una fórmula para dejar establecidas cuestiones tan importantes como las instrucciones para las situaciones de última enfermedad, nombrar un representante que se encargue de hablar con los médicos en esos momentos, donar los órganos, etcétera.
Con todo este tipo de previsiones obviamente no acercamos la muerte sino simplemente confirmamos que se respetarán nuestros deseos, dentro de los límites en los que la ley nos permite movernos y facilitaremos las tareas a nuestros familiares más cercanos en momentos especialmente difíciles para ellos.