Cuando se compra un piso de segunda mano hay que tomar algunas precauciones que no son necesarias si se adquiere un piso de nueva construcción. Lo habitual es solicitar una nota simple en el Registro de la Propiedad para ver si existen cargas, repasar el título constitutivo de la propiedad horizontal y estatutos para conocer las normas de la comunidad y exigir en el momento de la firma en una notaría una certificación de la situación da pagos respecto a aquella. Sin embargo, estos pasos, aunque imprescindibles, no siempre son suficientes.
Pensemos, en primer lugar, que la vivienda tiene cierto número de años. Es posible que supere los plazos de garantía previstos por la Ley de Ordenación de la Edificación, de modo que tan solo podremos reclamar alguna responsabilidad al vendedor y esta será muy limitada y durante un breve periodo de tiempo. Por ello debemos ser conscientes que lo que compramos es lo que tenemos delante, con su actual estado de conservación. Si no tenemos pensado hacer reformas de importancia y pretendemos habitar el inmueble dando por hecho que todo funciona correctamente, es recomendable comprobar todas las instalaciones e, incluso, solicitar al propietario que podamos visitar la vivienda en compañía de un técnico cualificado.
Por otra parte, es importante informarse sobre el estado de la comunidad más allá del hecho de que el vendedor esté o no al día en el pago de la cuota comunitaria. El estado de los elementos comunes del edificio nos afectará antes o después, pues cualquier reparación suele implicar una derrama. Tejado, ascensores, tuberías generales, caldera y fachada suelen ser reparados o incluso sustituidos en edificios de más de treinta años, o incluso de menos tiempo, por lo que es importante informarse de que obras ya se han llevado a cabo y cuáles nos quedan por delante, sobre todo si ya hay acuerdos adoptados que nos vincularán a corto o medio plazo.