Pues parece que Asturias, durante el año 2009, fue la segunda comunidad autónoma de España en tasas de rupturas matrimoniales. Eso sí, desde el año 2007 las rupturas disminuyen, de modo que el año pasado hubo un 10,7 por ciento menos de disoluciones que en el 2008. ¿Son buenas noticias para los felizmente casados? Ojalá lo fueran. No es cosa de ponerse a discutir las estadísticas, porque son datos objetivos y hay que tomarlas muy en cuenta, pero curiosamente también sucede que aumentan las parejas de hecho y su ruptura no se registra, lo que no quiere decir que las uniones estables no terminen con el mismo dolor que los matrimonios.
A esto hay que añadir que son muchas las parejas que siguen viviendo juntas por pura necesidad económica, habida cuenta de que en estos momentos de crisis no están las cosas como para aumentar los gastos. Si no alcanzan los ingresos para mantener una sola casa imaginemos la situación si se produce una ruptura y uno de los miembros de la pareja ha de buscarse nueva vivienda, duplicando los gastos.
Las dificultades económicas no hacen buenas migas con el amor pero tampoco con los divorcios. Y las estadísticas aportan poco más que números helados. Al que le toca romper poco consuelo le ofrece saber cuantos hay en su situación y el que sigue casado mejor no se despreocupa pensando que los divorcios cada vez son menos. Ojalá se pudieran hacer estadísticas de personas satisfechas y realizadas y éstas fueran en aumento, divorciadas o no.