Muchas veces repetimos que para no tener problemas legales hay que comenzar por prevenir. Claro que esto no es precisamente sencillo, porque no siempre es una cuestión de voluntad. Pongamos un ejemplo. Todos sabemos que para prevenir un ataque cardíaco es importante llevar una vida saludable, alimentarse correctamente, hacer algo de ejercicio y realizar una analítica de control de vez en cuando. Lo sabemos porque podemos estar informados a través de los distintos medios de comunicación en numerosos programas de salud, porque nos lo dirá el médico de familia si vamos a consultar cualquier dolencia y observa una situación de riesgo, porque incluso en algunos colegios se inculca a los niños desde bien pequeños… con lo que el problema al final no es saber lo que debemos hacer, sino hacerlo. Pura cuestión de voluntad.
Desgraciadamente con los temas legales no sucede igual. No abundan los programas legales, la información que facilitan los medios de comunicación es muy poco rigurosa en cuestiones jurídicas y no existe un abogado de familia cubierto por la seguridad social. Si uno quiere estar informado debe ir a un abogado y pagar una consulta. Y a veces ni siquiera llega a darse cuenta de que necesita respuestas, pues a veces no sabe uno que está realizando una conducta de “riesgo legal”. Aquí el puedo y no quiero se convierte en quiero y no puedo. Es difícil prevenir. Pero es fundamental. Sino, habrá que visitar al abogado demasiado tarde, cuando no haya cura. ¿Qué podemos hacer? Despertar nuestra curiosidad legal, estar atentos a la poca información que recibamos, hacernos preguntas, demandar información allí donde puedan dárnosla y almacenarla en la medida de lo posible porque quizás un día llegue a ser útil.