De poco o nada nos sirve que la ley proteja determinadas situaciones si no tenemos intención de hacer valer nuestros derechos. Y no solamente hablamos de los casos en que la ley resulta directamente exigible, como podría ser reclamar cuando un producto está defectuoso, hemos recibido un servicio que no cumple lo contratado, no nos pagan lo que nos deben, etcétera. Nos referimos, especialmente, a la necesidad de actuar para colocarnos en una situación favorable a nuestros intereses. Pongamos algunos ejemplos. Si una persona tiene una convivencia estable con una pareja y quiere que tal relación se reconozca legalmente, necesita dar algunos pasos. El primero, obviamente, hablarlo con la pareja y hacerle ver sus expectativas, ya sean de formar pareja estable o de casarse. Eso nadie lo puede hacer por ella. De poco valdrá después lamentarse, años más tarde, sin derecho alguno, de no haber dado el paso en su momento y del egoísmo de la otra parte. Bien puede suceder que la respuesta sea negativa, pero si no demando lo que quiero, no puedo después decir que se me ha negado. Lo mismo pasa cuando tras cuidar a un padre o una madre durante una larga enfermedad, mientras un hermano se desentiende por completo, llega el momento de heredar y quién falleció nada ha hecho por mejorar la situación de aquel que le atendió con tanta dedicación. Es muy posible que ese padre o madre no tuviera la menor idea de que podía hacer testamento mejorando a alguno de sus hijos. No hubiera estado de más explicárselo, por si era su deseo actuar en consecuencia.
Nosotros somos los gestores de nuestra propia seguridad legal y del cumplimiento de muchas de nuestras expectativas. La mayor parte de las veces el primer paso es informarse y el segundo hablar y exponer nuestros deseos a quien corresponda. En función de la respuesta podremos actuar de un modo u otro, pero no es adecuado esperar que el otro todo se lo tenga que imaginar. Ahora bien, no hay que confundir una expectativa con un derecho. Sobra decir que nadie puede obligar a alguien, por continuar con los ejemplos, a casarse ni a hacer testamento y que cualquier amenaza o presión no solo está de más sino que puede ser penalizable.